Destino y la raíz del alma

Recibí una pregunta: Usted dice que todo lo que experimentamos en cada reencarnación viene de la raíz de nuestra alma.  A través de mi vida, y particularmente en mi niñez, me preguntaba,  ¿Por qué percibo el mundo a través de mi cuerpo y no a través del de alguien más?   La respuesta es esta: porque tengo la raíz de mi alma.  Pero, ¿por qué tengo la raíz del alma que tengo?  Si tuviera una raíz diferente del alma, entonces percibiría la realidad de otra forma. Entiendo que el Creador no hace las cosas por accidente, así que estoy seguro que esta pregunta es justificada y tiene una respuesta.

Mi respuesta: El alma común de Adam se dividió en muchas partículas, llamadas Bnei Adam (los hijos de Adam, la palabra para «persona» en hebreo). Cada partícula o alma separada desciende, a medida que empeoran sus atributos, hasta el nivel más bajo, nuestro mundo, en donde se percibe como un cuerpo físico con un mundo que lo rodea.  Esta percepción es la más alejada del Creador y es fija (es permanente) no se corrige.

Sin embargo, hay un «punto en el corazón»: un deseo separado de los otros que puede corregirse y elevarse a su raíz en Adam.  «El cuerpo» es el deseo más bajo y va por los ciclos de vida para poder alcanzar el estado en que le será posible a la persona empezar a desarrollar su «punto en el corazón».  Cada «punto» de Adam corresponde a un «cuerpo» particular con su propio destino.

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