El cambio es imposible sin la Luz

Baal HaSulam, “La Paz”: La difícil resistencia egoísta entre la gente, junto con las deterioradas relaciones internacionales, todas ellas no cesaran del mundo por ninguna táctica o consejo humano, cualquiera que sean.

No pienses que el mundo será capaz de corregirse a sí mismo. Aun si la gente se da cuenta que el egoísmo es el mal del mundo, la corrección es imposible sin la “especia”, es decir sin el método de la Cabalá.  Tenemos que dar al mundo la Luz que Reforma, pero esto solo puede ser hecho estudiando la sabiduría de la Cabalá de una forma u otra, de acuerdo con los varios tipos de deseos, esto es, de acuerdo con la gente en nuestro mundo.

En cualquier caso, tenemos que darles la Luz. El egoísmo no puede ser corregido de ninguna otra forma. Nada más puede ayudar aquí, ni la sicología o sociología, ni esfuerzos maravillosos o problemas. Lo único que puede ayudar es atraer la Luz que Reforma. No tenemos ningún cambio sin esto.

De hecho, la Luz incluye la meta y el programa para alcanzarlo, todas las fases que tenemos que pasar. Sin la Luz, somos como animales que no pueden hacer ni un movimiento. La Luz tiene que venir e influirnos. Entonces, llegaremos al movimiento.

Entonces, ¿por que experimentamos problemas y todo tipo de cambios? De hecho, estos no son cambios, sino los problemas que se intensificaran hasta que comencemos a atraer la Luz, por lo menos una pequeña porción de esta, al menos algunos de nosotros.

El desarrollo se lleva a cabo solo por la Luz. Debemos estar consientes de esto. No hay oportunidad que el deseo egoísta por sí mismo, encuentre un camino para el desarrollo. Durante siglos, esta oportunidad fue encontrada por medio de la Luz que vino sin querer ser llamada y continuamente nos empujó hacia adelante.

Hoy, tenemos que cruzar el umbral después del cual tenemos que preceder la llegada de la Luz por nuestro propio deseo dirigido precisamente hacia la Luz. A partir de hoy, todo comienza con “nuestra iniciativa”, con “una oración y buenos hechos”. Esta definición significa que nosotros mismos tenemos que evolucionar, no en la persecución egoísta de nuevos placeres, sino por encima del egoísmo. El despertar, la elevación, tienen que venir desde afuera.

Más aun, nosotros no somos capaces de evolucionar a menos que formemos una petición dentro de nosotros, esperando que en retorno, venga la fuerza de la Luz y nos influya, dándonos nuevas propiedades de unidad y amor tanto que nos fundiremos en un todo global e integral. Solo esta Luz trae los estados futuros. No sabemos que son ni como pasar por ellos, pero nuestro trabajo, en esencia es simple: Estamos buscando la fuerza que nos desarrolla.

Esto es todo; No necesitamos ninguna sabiduría en especial. Yo no sé por anticipado que es lo que me espera. A veces, noto algo nuevo en mi mente y sentimientos, revelo una nueva capa delgada de entendimiento y sensación. Parece un poco como el efecto de la Luz que despierta y corrige nuestros deseos. No deberíamos interferir en este trabajo, sino más bien acelerar nuestro desarrollo tanto como sea posible.

La Luz nunca nos afecta hasta que le pedimos que lo haga. Debemos ser nosotros los primeros en demandarla. Esto es lo que exige. Esta petición, esta necesidad inicia una acción espiritual en la materia del deseo. Gracias a esto, revelamos quiénes somos  y quien es el Creador.

En nuestro nivel más bajo, entendemos un grado más alto por lo menos un poco, para poder fundirnos con este. Nosotros no lo entendemos completamente, sino solamente en el lugar donde estamos apegados a este. Para adherirse al punto dentro del vientre de la madre, uno tiene que volverse igual a ella en sus propiedades.

En esta forma, el creado comienza a hacer un gran trabajo, deseando fundirse con el superior dentro de un pequeño segmento de percepción. Entonces, ellos quieren que el superior los cancele, llenándolos con su Luz de desarrollo. Similar a un embrión, pedimos que las Luces nos traigan desarrollo, no aquello que trae placer. De esta forma, alcanzamos equivalencia con el Creador.

(44266 – De la 4º parte de la lección diaria de Cabalá del 5/29/2011, «La Paz»)

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