El camino hacia el amor

Nos elevamos con el mundo del Infinito desde nuestro mundo. Este camino se divide en dos estados: el primero se llama «temor», y el segundo, «amor«.

Durante el primer estado corregimos nuestro deseo egoísta en cero, primero y segundo grados de Aviút, y durante el segundo estado lo corregimos en el tercero y cuarto grados de Aviút. La parte inferior es Galgálta ve Eináim (GE), la parte superior es AJáP (AHP). Y juntos son la vasija de un alma.

Temor significa que hay una preocupación principal detrás de miles de preocupaciones: ¿Seré capaz de no recibir? Como invitado, me preocupa como manejo el no desear recibir el trato del anfitrión. Él trata de convencerme, pero me niego una y otra vez. En otras palabras, una y otra vez adquiero la pantalla para un creciente Aviút del deseo, hasta que me eleve por encima de mi Aviút completo (que es llamado el Monte Sinai) y adquiero la cualidad del temor. Ahora me elevo por encima de todos los deseos de recibir y me aseguro contra el recibir placer egoísta.

Entonces comienzo a ser incluido mutuamente con otros: «¿Qué quiere él?» Veo lo que quiere, así como el grado de mi capacidad para hacer algo por él. Adquiero sus deseos, sus Kelím, y le proveo en mis Kelím. Ahora actúo al revés: doy vuelta a mi Kli para recibir para mi prójimo.

 

Una madre cuida de sus hijos de la misma forma: Ella hace todo lo posible para llenarlos. Así es como su amor se manifiesta. Por lo tanto, el amor se trata de que yo no tome nada de los demás, nunca robarles, ni dañar a otros. Esto se refiere a la etapa previa, al temor, la primera etapa de la corrección de los Kelím.

Hilél, el sabio, dijo lo siguiente a un «extraño», es decir a un deseo egoísta, con respecto a esto: «¿Quieres acercarte al otorgamiento? Adelante. Haz a los demás lo que quieres que te hagan a ti. Elévate por encima de tus Kelím de recepción, y entonces nunca dañarás a nadie».

Y entonces llega el turno del amor, a lo cual se refirió Rabí Akíva como la regla general de la Torá: «Ama a tu prójimo como a ti mismo«. Esto significa que tomas los deseos de los otros y te unes con ellos para llenarlos.

De esta manera, el amor, en su verdadero sentido espiritual, esto no puede alcanzarse sin una preparación considerable.

(37085 – De la 4º parte  de la lección diaria de Cabalá del 3/4/11, sobre el amor)

Material Relacionado:
La igualdad espiritual
El elixir de la vida o el veneno mortal
Avanzando de la rama a las raíces espirituales

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *