El camino hacia el séptimo milenio

thumbs_Laitman_712_03De acuerdo a la sabiduría de la Cabalá, cada Sefirá está dividida en diez partes; cada una de ellas en su momento se divide en otras diez, etc. Nosotros actuamos en Jesed, Guevura, Tifferet, Netzaj, Hod, y Yesod; ellas simbolizan los seis días de la semana. Maljut es la última Sefirá, el sábado (Shabbat).

Cuando la Luz Superior desciende, ésta nos complementa con sus propiedades, es decir, con otras tres Sefirot más altas: Keter, Jojma, y Bina. Cuando se añaden juntas, abarcan diez Sefirot, el sistema completo.

La Luz que desciende finaliza el trabajo que se hace en las primeras seis Sefirot: Jesed, Guevura, Tifferet, Netzaj, Hod y Yesod, y completan la Maljut, completando así la vasija.

El sistema de corrección consiste en que la Luz Superior, la cual es llamada la Torá, realiza todo el trabajo de volver a ensamblar el alma común luego de que nosotros nos esforzamos plenamente para lograr la conexión general, y esto es importante, como se afirma en la Torá.

La Torá describe en qué propiedades particulares y bajo qué condiciones debemos conectarnos y qué tipos de egoísmo surgen en nosotros durante este proceso. Todas esas explicaciones comprenden una enorme y voluminosa «novedad». Al mismo tiempo, las cosas descritas en la Torá son muy simples.

Es similar al hecho de que nuestra realidad consta de electrones, protones, y neutrones; sin embargo, cuando estos se conectan, atraen una imagen vasta y compleja de nuestro mundo, la cual en sí misma es siempre diez Sefirot.

Por lo tanto, cuando este principio se vuelve claro, es fácil darse cuenta cómo cualquier parte de la creación debe funcionar en el estado corregido, cuál es nuestro nivel corrupto actual, y cómo debemos trabajar con la inclinación egoísta con el fin de unirnos con otros para accionar la Luz que corrige.

Durante seis días de trabajo gradual y constante, nosotros comenzamos a caer en cuenta que sólo la Luz es capaz de conectarnos y que el orden en el cual nuestra unidad puede alcanzarse es extremadamente rígido: Jesed, Guevura, Tifferet, Netzaj, Hod, Yesod. Naturalmente, carecemos de esas propiedades porque sólo podemos obtenerlas al unirnos con los demás.

Todo lo que yo tengo es mi egoísmo; todo lo que tienen ustedes es su ego. Cuando nos acercamos juntos, surgen nuevas cualidades en el punto de nuestro contacto. El altruismo y el egoísmo se entrelazan y crean una sensación de juegos políticos, intelectuales, y más importante, psicológicos, en los que nos exploramos recíprocamente: quién y qué somos especialmente cuando nos concentramos no en nosotros mismos como individuos, sino en nuestra inclusión mutua.

Primero, aparecen entre nosotros Jesed y Guevura; más tarde, cuando entramos más el uno en el otro, aparece Tifferet donde se entrelazan diversas propiedades. Cada uno comienza a revelarse en relación al otro: quién es el otro. Yo puedo revelarme sólo en relación a ustedes y ustedes pueden hacer lo mismo sólo en relación a mí. Las propiedades comunes que se manifiestan en nosotros son llamadas Jesed, Guevura, Tifferet, Netzaj, Hod, Yesod. Son una frontera, una línea de división entre nosotros. La Luz que desciende las pega y así nos conecta juntos. Nuestro ego permanece afuera.

Cuando la séptima Sefirá, la Maljut, reúne todas las seis propiedades, ellas se aferran juntas, y así las tres Sefirot superiores, que son propiedades de la Luz, descienden y aparece un objeto espiritual completo.

Esto explica el por qué se nos dice que este mundo durará seis mil años y que en el principio del séptimo milenio la Luz completará su trabajo.

El séptimo milenio es la Luz que llena toda el alma y comienza a elevarla hasta los siguientes niveles: el octavo, noveno, y décimo milenio. Esta es una corrección completa porque nosotros comenzamos a trabajar en el nivel de la tres Sefirot superiores: Bina, Jojma, y Keter.

Pero esto sucede sólo después de que se corrige el alma común, cuando se corrige el Adam roto y está frente al Creador; cuando se corrige la creación. En este momento, Adam se da cuenta de que aspira y posee el poder de alcanzar al Creador, y asciende a las tres Sefirot superiores, que son Sus propiedades, y las obtiene.

Es por eso que la caída de Adam y la ruptura fueron esenciales para la compleción de todo el ciclo de corrección durante los primeros seis mil años, mientras que el séptimo milenio representa un ascenso al octavo, noveno y décimo milenio.

Es muy importante finalizar todo el esquema, entonces entraremos en una dimensión totalmente diferente, nueva. No sabemos qué alturas siguen porque es un estado que precedió a nuestra creación. 

(130705 – Del Kab.TV «Los secretos del Libro Eterno» del 10/10/13)

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