El deseo del hombre determina su mundo – perspectiva cabalista

El deseo de disfrutar lo determina todo para el hombre: lo que sentirá, hasta dónde sentirá el espacio que le rodea y cómo nombrar todo lo que siente. Es decir, el deseo del hombre determina su mundo porque no puede sentir que está más allá del deseo y, por lo tanto, éste no parece existir para él.

Por lo tanto, si el deseo en una persona no está desarrollado, está en el grado inanimado, entonces su mundo está limitado por el marco del grado inanimado. Es como un bebé cuyo mundo es diminuto y no va más allá de la guardería, pero le basta y le sobra.

Así pues, vivimos en un mundo cuyas fronteras están determinadas por las limitaciones de nuestras cualidades, y estamos convencidos de que no hay nada más allá. Antes se pensaba que la Tierra era un disco plano y el universo una esfera rígida con los límites de este mundo cubriéndolo como un gorro por encima del cual no había nada.

Y hasta ahora, nuestro conocimiento del mundo ha estado limitado por nuestros logros. Esperemos que pronto podamos abrir sus fronteras, y entonces comprenderemos en qué clase de mundo estamos realmente.

Nuestro deseo de disfrutar evoluciona constantemente, cada vez empuja los límites de la realidad que sentimos hacia nuevas fronteras. A estos límites los llamamos mundos. Y como nuestro deseo se desarrolla en cuatro grados: 1-2-3-4, percibimos el mundo que parece existir a nuestro alrededor en cuatro niveles: 1-2-3-4.

Hubo un tiempo en que toda la humanidad existía como un todo, un cuerpo, pero luego nos fragmentamos en muchos cuerpos pequeños. Y por eso cada uno de nosotros siente y percibe una realidad diferente.

El objetivo es volver a formar un solo cuerpo, unidos como piezas de plastilina. Y de esta forma, empezamos a sentir una nueva realidad unificada que parece real, que está dominada por una fuerza superior que controla esta realidad y la sostiene. Y no hay una gran multitud de fuerzas como cada fragmento lo siente. Llegar a esta conexión es la meta de nuestro trabajo y desarrollo.

Existimos como un cuerpo común que se rompió en un gran número de fragmentos como resultado del Big Bang. Y si nos esforzamos por volver a este estado de unidad, entonces empezamos a sentir una fuerza única, cada vez más unificada, así como a ganar comprensión, logro. Toda la historia de la humanidad y de la realidad moderna, con sus problemas y guerras, tiene como único objetivo llevarnos a la comprensión de la necesidad de unirnos. La naturaleza nos empuja a ello.

Y cuanto más nos acercamos unos a otros y sentimos cada vez más claramente nuestro deber de conectarnos, empezamos a comprender la fuerza interior que nos controla, nos acerca, nos llena y, finalmente, nos conduce a la consecución de la verdadera realidad.

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