El diapasón único de cada alma

laitman_2008-12-07_6468[1]La garantía consiste en que yo me comprometo a que mi parte en los demás siempre esté llena.

Parece simple pero, para que esto ocurra, tengo que unirme espiritualmente a cada uno y sentir su deseo.

Tengo que aclarar dónde está mi parte dentro de su deseo, porque estamos conectados a través de nuestras almas. Sin duda, él tiene que recibir algo a través de mi alma, como en un cuerpo común.

¿Dónde está en él este espacio vacío que tengo que llenar, según el sistema que existe en el mundo del Infinito?

Tengo que ocuparme de esto y, así con cada uno de nosotros. No existe un alma en la cual yo no esté incluido y en la cual yo no tenga que llenar ese puesto mío.

Nadie puede llenarla aparte de mí. Es un espacio especial, un diapasón único del que sólo yo puedo ocuparme. Yo me comprometo que quiero y voy a hacerlo; ¡permítanme llenarla!

¡No necesito nada más, igual que le ocurre a la madre que se ocupa de su bebé! Ella quiere sólo una cosa: tener la posibilidad de cuidarlo.

¡Traten de decirle a una madre que debe entregar a su bebé en manos extrañas! Incluso si es una reina, va a disfrutar dándole de comer a su niño, aunque tenga una multitud de sirvientes que puedan hacerlo por ella.

Ella disfruta de esto. Igualmente, nosotros debemos tomar el acto de “otorgar al otro” como un placer.

Gracias a nuestra inclusión mutua, dentro de cada alma existe una parte que yo tengo la obligación de llenar.

Mi alma incluye 7 mil millones de partes y fuera de ella hay otras 7 mil millones de almas en las cuales tengo que llenar mí parte (y así cada uno de nosotros).

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A través de mi punto en el corazón, estoy llenando partes mías en el resto de las almas. Y cada una de ellas tiene que llenar su parte en mí. Esto se llama “la introducción mutua de las almas”. En cada uno existe la raíz de su alma, de la cual actúa.

¡Y todos los deseos que existen en mí, excepto la raíz, son ajenos! Se encuentran en mí porque yo incluyo en mí a todos los demás.

Al principio, soy sólo un punto. ¡Necesito que todos los demás llenen todos estos deseos; entonces viviré!

Yo mismo debo utilizar estos deseos para entender al otro y corregir en él la carencia que sólo yo puedo llenar.

A través de estos deseos ajenos, incluidos en mí, puedo entender tu carencia y llenarla desde mi punto en el corazón.

Y tú me comprendes a través de mi deseo incluido en ti y llenas en mí el lugar que te corresponde desde tu punto en el corazón. Esto se llama la garantía mutua.

¡No tenemos ninguna otra posibilidad de recibir el llenado! Este es el único método.

(Extracto de la lección sobre el artículo La Garantía mutua  de Baal HaSulam, correspondiente al 18 de mayo 2010).

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