El Egipto del que mana leche y miel

La gente ve la Pascua como la festividad del éxodo histórico de Egipto. «Estábamos acostumbrados a ser esclavos y construimos varias ciudades y pirámides para el Faraón, y luego salimos a la libertad«. Sin embargo, en realidad no estamos celebrando una fecha en el calendario histórico. Después de todo, la situación hoy es mucho peor que en aquel entonces. Basta con comparar la situación de la nación de Israel en el Antiguo Egipto con la situación actual y estarás corriendo a besar las manos del Faraón, rogándole que te permita regresar.

Los Judíos vivieron en la tierra de Goshén, que era la parte más favorable de Egipto con los suelos más fértiles y con abundantes rebaños. Puedes hacer lo que quieras, porque el Faraón no sólo no rige allí, sino que él te protege también a ti. Nadie puede tocar un pelo en tu cabeza, tus depósitos están llenos de carne, tus redes, llenas de peces, y tus almacenes están llenos de productos. Eres un esclavo sólo porque tienes que escuchar al Faraón. Esto significa: Actuar según las órdenes de tu egoísmo, y nada más que eso.

Los Judíos tuvieron una vida maravillosa, así que no fue casual que se quejaran ante Moisés en el desierto, «¿Dónde están la carne y el pescado?, ¿¡dónde está la cebolla y el ajo que comíamos en Egipto!? Nuestras vidas eran grandiosas, y ¿A dónde nos trajiste ahora? «

Entonces, ¿qué recordamos en esta festividad? ¿Estábamos rodeados de enemigos en aquel entonces de la forma en la que lo estamos hoy en día? Por el contrario, teníamos todos los favores a nuestra disposición y el poder del Faraón nos protegía de los enemigos. En su país, él nos permitió vivir como quisimos, incluso en un territorio separado y bajo nuestras propias leyes. Entonces, ¿qué tiene de malo en comparación con la situación actual?

Como escribe Baál HaSulám, si los Judíos hoy pudieran dispersarse por todos los países de la diáspora, entonces, casi ninguno se quedaría en Israel. Tenemos que entender: Egipto se convierte en un calabozo sólo cuando comienzas a pensar en el exilio espiritual, cuando careces del Creador. Si no fuera por la necesidad de redención espiritual, Egipto de por sí es una tierra que mana leche y la miel. Aquí tienes todo menos al Creador, menos la respuesta a la pregunta sobre el sentido de la vida. Tiene todo en abundancia. Está viviendo la vida de un rey y careces solo de una cosa: «Quiero otorgamiento y amor por el prójimo«.

Cuando deseas precisamente esto, Egipto te parecerá el exilio. Esta es la única cosa que falta aquí, el amor por el prójimo. Así, resulta que celebramos la Pascua, para conmemorar la buena vida en Egipto y no la redención, que nadie necesita realmente. Después de todo, salir de Egipto significa tirar todo lo que tenemos, menos el amor.

¿Sentimos que estamos en el exilio? Por el contrario, la gente no entiende de qué estamos hablando. Pero el amor por el prójimo tiene que convertirse en tu único deseo. Moisés demanda del Faraón, «¡Deja ir a mi gente! ¡Quiero salir! «A lo que el Faraón responde:» ¿Qué te falta, Moisés? Creciste en mis brazos. Quédate como príncipe egipcio. ¡Sé un príncipe! ¿Por qué haces una revolución aquí? ¿Por el bien del amor al prójimo? ¡Te has vuelto loco!»

Sólo al final del camino Egipto se convierte en una tierra de exilio para nosotros. Pero hasta que eso ocurra, estamos saciados de todo, menos de otorgamiento.

Resulta que celebramos esta festividad para honrar el hecho de que una vez carecimos de amor al prójimo. Si sólo fuera posible explicar esta realidad a la gente y mostrarles la realidad de hoy. Hoy en día ¿estamos dispuestos a renunciar a cualquier cosa en nuestra rica vida en aras del amor por el Creador, por el prójimo, por los amigos, por el bien del otorgamiento mutuo y la mutua empatía? ¿Estamos cerca de esto? ¿Nos merecemos celebrar la festividad de la redención?

Esto habla de la libertad del egoísmo, cuando el egoísmo lo tiene todo, pero yo quiero escapar de esto. Odio esta abundancia y yo no la deseo. Yo no necesito llenarme con comida, seguridad, comodidad, ni salud, con nada. Estoy dispuesto a ahogarme en las aguas del mar marginal o a secarme de sed en el desierto, a cualquier cosa para salir del cautiverio.

Así que ¿queremos realmente salir a la libertad?

(De la 4º parte  de la lección diaria de Cabalá del 13 de Abril del 2011, Escritos de Rabásh)

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