El elusivo componente clave

Evaluamos todo solamente según la medida en la cual nos produce llenado, y hay dos tipos de llenado: para nuestro propio bien o para el bien del otorgamiento. Si deseo complacerme, no puedo recibir más que nuestro mundo material.

Tengo una vasija enorme (deseo), pero todo lo que soy capaz de recibir en esta es una parte diminuta llamada «este mundo».E incluso aquello que soy capaz de recibir está constituido por placeres temporales que entran en mí e inmediatamente se retiran. Y esta es mi vida entera.

Así, en el transcurso de la historia, continué buscando placer a un nivel cada vez mayor: inanimado, vegetativo, y animado. Pero al final, sentí incluso un vacío mayor: Al principio, mi deseo era pequeño y gradualmente creció más y más, hasta que llegó a su límite: el siglo veintiuno.

No hay llenados egoístas más grandes en este punto porque he llegado al límite al grado en que consumo, absorbo. Entonces, pregunto: «¿Qué he logrado en toda mi historia, en miles de mis encarnaciones (Gilgulim)? ¿Cuál es el propósito de mi existencia en este mundo durante miles de años?» Las impresiones de información (Reshimot) acerca de las jornadas vividas han sido conservadas en mí, y, por lo tanto, exijo una respuesta.

Y en este punto, un gen de información especial (Reshimo) se despliega en mí, por medio del cual súbitamente comienzo a experimentar mi parte externa de la voluntad de recibir (deseo) que tira de mí hacia adelante, hacia un desarrollo mayor. Pero primero, me aproximo a este nuevo deseo externo a la manera antigua y reviso cómo puedo recibir en ello, absorber algo. No entiendo que se necesita un enfoque totalmente diferente, y el placer debe venir no de recibir, sino de dar.

Me toma tiempo ajustarme a este nuevo pensamiento, comenzar a comprenderlo, y transitar hacia el exterior desde el interior. Esto es a lo que nos referimos como tiempo de preparación, cuando gradualmente llego a entender que el placer está en el otorgamiento, no en la recepción.

Baal HaSulam se refiere a esto como la «barrera» sicológica (Majsom). Debo estar de acuerdo en que el acto de conexión mutua y otorgamiento, un pensamiento acerca de alguien más puede traer placer. Comenzamos a hacer tales ejercicios en el grupo, absorbiendo gradualmente la naturaleza exaltada del otorgamiento.

Si permanecemos en esto solos, repetiremos la experiencia comunista de Rusia. Pero tenemos un componente más, «la Luz que Reforma», y esta nos afecta constantemente en la medida de nuestro esfuerzo ¡Es esta Luz la que reforma nuestra naturaleza! comienzo de pronto a valorar el otorgamiento y a sentir placer en ello.

Esto es llamado un milagro. De pronto descubro que hay placeres infinitos ocultos en el otorgamiento, ¡Y que la habilidad de otorgar es ilimitada! Pero el componente más importante y confuso para nosotros es la Luz que Reforma. Por el momento, esta aun nos elude.

(30055 – De la 4º parte  de la lección diaria de Cabalá del 12/17/10, «La Libertad»)

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