El intermediario entre El Creador y el ser creado

laitman_2009-08_2612[1]Si el inferior no puede recibir nada, entonces el Superior se restringe a sí mismo. Por eso Parsá es un lugar muy especial, donde acontece la restricción del Superior. Origina una diferencia enorme entre lo que está por encima de Parsá, el Mundo Atzilut, donde la Luz puede diseminarse, y donde Bina, el otorgamiento, domina; y lo que está abajo de Parsá, los Mundos de Briá, Yetzirá,  Asiyá, donde domina Maljut, el deseo de recibir.

Una estructura unificada se divide de esta forma en dos partes que son opuestas una de otra. La parte superior está gobernada por el Creador y la parte inferior está gobernada por el ser creado. Esto es el primer paso hacia la creación de una conexión entre la criatura y el Creador.

Hasta que esto ocurriera, la criatura hacia sólo lo que le mandaba la Luz. La Luz me anulaba y yo podía dar solamente porque Ella regía sobre mí. Sin embargo, ahora hay dos reinos dentro de mí totalmente opuestos uno de otro. Son el reino de la Luz y mi reino, en donde yo soy el gobernante.

La Luz me dejó y yo hice una restricción en mi deseo. Pero después, a este espacio vacío de la restricción llegan otros deseos nuevos, los deseos egoístas, Klipá.

Entonces estamos separados  como dos mundos opuestos. Por encima de Parsá, en el mundo de Atzilut (done Etzló significa “El tiene”) hay una corrección total, la Luz infinita. Y debajo de Parsá todo es lo opuesto: un destrozo, el mal y todos los agravios que puedes imaginarte.

De esta manera, el Creador y yo nos volvimos claramente opuestos y empezamos a odiarnos.  Nos distanciamos aunque no estemos separados sino por una división muy estrecha, el tercio medio de Tiferet, Klipat Noga, en que está concentrado todo mi libre albedrío.

De un lado está el Creador, la santidad superior, de otro lado, abajo, por debajo de Parsá, se encuentra la criatura corrupta, el egoísmo, la impureza y yo soy el intermediario entre ellos, en el medio. Toda mi existencia, mi “yo” está en esta franja estrecha.

Me dieron la oportunidad de entremeterme en un corredor estrecho entre estos dos  enormes ejércitos: la fuerza de la recepción y la fuerza del otorgamiento, para convertirme en un intermediario entre ellas y lograr una avenencia, posteriormente a la conexión y al amor. Al unirlas en un uno, me construyo a mi mismo  constituido por ambas.

(Extracto de la lección sobre El prefacio a la sabiduría de la Cabalá correspondiente al 13 de diciembre 2009.)

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