El mal vestido de bien

Pregunta: De acuerdo con el método de formación integral, a la persona no se supone que deban mostrársele malos ejemplos. Pero las cosas de la psicología son un poco diferentes: La persona habla de sus desgracias y comienza a evaluar lo que está haciendo mal. En esencia, la persona es puesta en contacto con su lado funesto, su lado malo, el cual luego trata de corregir.

Respuesta: Nuestro enfoque es totalmente diferente: ¡El mal no existe! ¡No hay maldad en el mundo! A pesar de que toda la naturaleza nos parece mala, es sólo porque la utilizamos de forma incorrecta. Si la usamos de una manera diferente, será bondad absoluta. Y también podemos utilizar el egoísmo para el bien, y no para el mal.

Cuando yo juego en contra de mi propio egoísmo, es decir, cuando comienzo a evaluarlo y a trabajar con él como con un instrumento de ascenso mío sobre él, se convierte en mi punto de partida, en la directriz según la cual yo me mido a mi mismo: cuánto asciendo y cambio.

Considero mi egoísmo como una esencia negativa dada a mí, que yo debo vestirme adecuadamente de una intención completamente opuesta: utilizarlo enteramente para el otorgamiento, el amor y la conexión. Entonces, el egoísmo será siempre de gran ayuda para mí, el constantemente me empujará y me aguijoneará, me tirará de algún lado, y yo siempre trabajaré en contrapeso con él al encontrar formas de pasar por encima de él. De esta manera me ayudará al estar «en mi contra».

Sabemos que cualquier seguimiento o cualquier otro sistema de desarrollo deben constar de dos fuerzas opuestas. Y estas fuerzas opuestas entre ellas logran el mejor resultado posible, el denominador común al equilibrar la una con la otra.

Esta es la razón por la cual el egoísmo dentro de mí debe ser compensado por el deseo de elevarme por encima de él, apoyándome en el entorno, en la ayuda de los vecinos, amigos y de toda la comunidad a fin de elevarme por encima de él. Estos dos sistemas, la sociedad, el entorno por un lado y mi egoísmo por el otro, me están ayudando. Y es como si estuviera de pie entre ellos y me estuviera elevando de esta manera.

En última instancia, examino mi egoísmo, revelo las cualidades que pueden ayudarme a elevarme por encima de él, lo utilizo para el otorgamiento, el progreso, la alegría, y para ayudar a los demás, y entonces se convierte en la fuerza, la masa, la materia, con la que estoy trabajando. ¡Yo de ninguna manera trato de destruirlo! El sigue desarrollándose en mí, y le doy la bienvenida con alegría a todos los matices de su desarrollo.

La persona moderna lo saluda con dolor, con tristeza: “¡Otra vez yo! ¿Qué he hecho?» Pero este no soy yo. Es la naturaleza que se revela en mí de esta manera; una enorme naturaleza egoísta que se revela en nosotros específicamente de esta manera, por lo que tendríamos que seguir unidos a ella.

Esta es la razón por la cual el egoísmo es un motor que nos mueve hacia adelante. Nosotros necesitamos de todas sus formas, de todas sus manifestaciones, incluso de las más horribles, para que podamos vestirlas con ropajes bonitos.

Este horror permanece en el interior, y lo dejó permanecer allí. Pero cuando le ponemos una cáscara completamente diferente y opuesta a él, podemos crear una disonancia, un dipolo en cada una de nuestras cualidades que nos ayuda a aumentar la fuerza del egoísmo y a utilizarlo para el bien de los demás, de tal manera que creamos una estructura completamente diferente llamada «hombre».

Esta es la primera vez en la historia que estamos llegando a un estado en que seremos capaces de elevarnos por encima del nivel de nuestra existencia corporal (por el bien del cuerpo físico) hacia el nivel en el que creamos una estructura completamente diferente, una estructura espiritual: una humanidad virtual común, en la que todo el mundo está interconectado y se completa mutuamente. Y este mecanismo único e integrado, el llamado Adam, que es el prototipo del colectivo humano en el mundo, nos da la oportunidad de alcanzar todas las fuerzas de la naturaleza, todas sus profundidades, y utilizarlas de la manera correcta.

Por lo tanto, de ninguna manera podemos destruir o neutralizar el egoísmo, por el contrario, nos regocijamos en todas sus manifestaciones negativas, como un escultor que se encuentra un buen material para hacer una escultura. Por supuesto que él está mirando la gran cantidad de trabajo que se necesita para esculpir una forma específica. Pero él está contento de que este material haya caído en sus manos.

Es lo mismo con nosotros. La revelación del egoísmo es el nuevo material con el que puedo trabajar. Y sólo tenemos que cambiar nuestra forma de utilizar el material y no el material en sí, en lugar de hacer algo a costa de los demás, tenemos que hacerlo para su bien.

(67692 – De una «charla sobre la educación integral» # 7 del 12/14/11)

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