Se preguntó a una pareja de ancianos, cuál era el secreto de su largo matrimonio. La esposa respondió que es el hecho de que “Recibo amor de ambos. Yo no dejo de amarme y él me ama”.
¿Qué piensa usted de esto?
Respuesta:
Es muy unilateral, es como andar con una muleta. No quiero eso. No hay reciprocidad.
Comentario:
Este es todo el secreto de su largo matrimonio; no hay mutualidad.
Mi Respuesta:
Es como un niño pequeño que se comporta así con su mamá: “Me amo a mi mismo y todos me deberían amar”. Esto no funcionará. No se experimenta el placer, el enaltecimiento, el viaje y el llenado en cada hecho, donde alguien me tiene que mostrar que me ama.
Así me siento a veces y no me hace sentir bien.
Pregunta:
Entonces, ¿cuál es el secreto de un matrimonio feliz y duradero?
Respuesta:
Cuando hay concesiones mutuas de manera constante. ¡Constantemente! Es decir, estar dispuesto a esto todo el tiempo, conceder al otro todo. ¡En todo! Entonces la vida es bella.
Comentario:
¿Lo puede imaginar? En el momento en que siento un pinchazo y tengo que atacar y brincar, convengo en todo ¡aunque por dentro me esté quemando!
Mi Respuesta:
No, no hay nada más y nada se está quemando.
Pregunta:
Entonces, una vez que he concedido, ¿de pronto fluye la paz?
Respuesta:
Sí.
Pregunta:
¿Es a donde llegamos por medio de grandes peleas y choques?
Respuesta:
A través de entender, de reconocer la sabiduría de la naturaleza, solo de esta manera es posible conectar con los demás y recibir placer de estar con él y de estar de acuerdo con él ¡todo el tiempo! Es todo. ¡Qué maravilla!