Intercambiar los lugares

laitman_2009-08_0665[1]Pregunta: ¿Por qué a pesar de mi capacidad de sentir los deseos de los demás, continúo pensando en mi mismo? ¿Cómo resuelvo este conflicto?

Respuesta: Piensas solamente en los otros porque quieres utilizarlos para tu propio beneficio. Por lo tanto, es obvio que los sientes y quisieras incrementar esta capacidad.

Si yo quiero engañar a alguien, tengo que conocer bien al individuo y entenderlo. Para defraudar a alguien tengo que convertirme en un buen psicólogo y penetrar en su mente y corazón. Entonces sabré cómo manipularlo en beneficio propio.

La habilidad de sentir a los demás no indica algo necesariamente. Lo que importa es ¿cuáles deseos son más significativos para ti: los de ellos o los tuyos?

Está escrito: “No hagas a los otros lo que no quieres que los otros te hagan a ti”. Lo que significa que no debes utilizar a tu prójimo para beneficiar tus propios intereses. Pero más adelante está escrito: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”. ¿Esta frase, “como a ti mismo”, significará que la mitad del beneficio es para mi y la otra mitad para él? ¡No! Significa que debes amar solamente a tu prójimo en la forma que previamente te amabas a ti mismo.

A partir de ahora, tienes que empezar a tratarte a ti mismo en la misma forma en que antes tratabas a tu prójimo cuando te aprovechabas de él. Debes empezar a pensar en cómo puedes emplearte para servirlo a él.

Intercambias de lugar: él toma tu lugar y tu tomas el suyo. Tu prójimo se vuelve más importante que tu mismo. A eso se le llama “otorgar”

Existe un solo ejemplo de esta interacción entre la gente en nuestro mundo: una madre y su hijo. Cuando hacemos la transición a sentir a los demás, adquirimos la habilidad de empezar a sentir nuestra alma. Es la única manera efectiva de sentirla, puesto que nuestra alma consiste de deseos que están fuera de nosotros. Al sentir esos deseos externos, puedes empezar a sentir al Creador dentro de ellos.

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