La frontera final

No podemos ir más lejos en nuestro desarrollo egoísta. El egoísmo de repente se ha convertido en nuestro enemigo. Uno puede preguntarse: «¿Cómo puede ser? Continuemos desarrollando la tecnología, la cultura y la ciencia, los viajes a otros planetas. La búsqueda de nuevas fronteras puede ser interminable».

El problema es que la meta final, el propósito, la idea de la creación es diferente. La Naturaleza funciona de manera que tras haber alcanzado el estado egoísta final, empezamos a sufrir lo indecible a partir de nuestro egoísmo y no deseamos evolucionar en él nunca más.

En otras palabras, llegamos a una cierta crisis que nos dice que el egoísmo es finito. Es el fin tuyo, no tienes nada más que hacer. No serás capaz de evolucionar dentro de él ni de ser llenado, no serás capaz de alcanzar un estado cómodo en él. Tú te sentirás vacío y finito, transitorio.

Es un desafío para hacernos elevar al siguiente nivel, al nivel del Creador, la Naturaleza Superior. Este es un umbral que el mundo ha alcanzado hoy, de acuerdo con las predicciones de todos los cabalistas. Nos guste o no, el egoísmo nos demostrará su insignificancia e incapacidad para proporcionarnos llenado; se convertirá en «Ayuda en nuestra contra». No nos da lo que queremos ya sea en casa o en el trabajo, tampoco nos da salud ni seguridad. Lo más importante, no nos ayudará a responder la pregunta más apremiante: «¿Para qué estás viviendo?»

Frente a esa pregunta, todo nuestro «yo» se seca. Es la pregunta más importante, la más dramática que me anula a mí, a mi orgullo, a mi existencia, a mi esencia: «¿Quién soy yo?, ¿Para qué existo?» Un pequeño insecto o un animal no se ocupan de ella, simplemente viven y se llenan, cumpliendo con el programa que se ejecuta dentro de ellos. Yo no puedo hacerlo, soy más miserable que ellos.

Si no fuera por el programa superior de desarrollo, seguiríamos existiendo como antes. Los EE.UU. con su sociedad de consumo y la capacidad ilimitada de Hollywood parecían totalmente naturales, la humanidad solía pensar que ese es nuestro futuro y que nada nos limita. Resultó que el final llegó muy rápido y de manera definitiva.

Ese es el hecho al cual tenemos que despertar, que no podemos ignorarlo: Estamos viviendo una crisis global, una crisis de nuestra actitud hacia nosotros mismos y hacia la Naturaleza. No es temporal, no hay alternativas. Solíamos incitar revoluciones, llevar a cabo reformas sociales, tratábamos de hacer algo con nosotros mismos y con el medio ambiente, de cambiar algo para mejorarlo. Ahora no tenemos a dónde recurrir. Sentimos que ni siquiera tenemos el deseo de cambiar nada.

Eso es lo que es en realidad la crisis. Por otro lado, sin embargo, es el nivel desde el que comenzamos nuestro ascenso hacia el mundo superior. La humanidad, un estrato social a la vez llega a la realización, esta comienza a sentir y, poco a poco, acercarse al reconocimiento y a la transición al siguiente estado.

En realidad, somos los primeros en entrar en este estado. Los otros nos seguirán, y podemos ver que con cada día que pasa, más y más personas están empezando a entender por lo menos la meta que buscamos, y si no la aceptan, por lo menos la consideran.

El problema del mundo y nuestra solución están cada vez más cerca, y esto hace la solución más comprensible, la gente presta atención a esta. Y aunque el cambio requiere una tremenda revolución interna en el corazón y la mente con el fin de llevar a la humanidad a un nuevo estado, el proceso se ha desarrollado muy rápidamente en los últimos años.

La humanidad nunca ha experimentado una curva cerrada como lo hace ahora. La Cabalá ha entrado en el dominio público hace apenas una década, y mira lo que ha sucedido. Los acontecimientos se están desarrollando a un ritmo vertiginoso.

Sin embargo, pueden necesitarse un par de años por lo menos hasta que podamos dirigirnos al mundo para que este pueda escuchar.

(34025 – De la lección 2, Convención de Berlín del 01/28/2011)

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