Rodeados de un océano de luz.

laitman_2007-03_ba-iam_045_wp[1]Pregunta: ¿En la espiritualidad no existe el tiempo, pero tenemos que actuar en el tiempo terrenal?

Respuesta: Cuando salimos a la sensación del mundo espiritual, actuamos en un campo, solamente uno, como cuando nos sumergimos en el mar, en donde estamos rodeados totalmente de agua. En realidad, así se llama, agua, porque es la Luz Jasadím, primero, y en donde también hay la iluminación de la Luz de Jojmá.

La Luz Jasadim  lo llena todo; no tiene derecha, ni izquierda, arriba o abajo, nada.

Y en todo este mar hay como círculos que llegan como grados, en relación a la Luz de Jojmá, como en un campo magnético o electroestático y de acuerdo a la fuerza del campo cambia hacia algo en su centro.

Cuando una persona entra en la sensación espiritual, siente en sus sentidos que no existe tiempo, espacio o movimiento en ellos, o la existencia de la realidad; que no son como en nuestro mundo.

Allí también existe el tiempo, el movimiento, el espacio  y la existencia de todo pero así se llaman solamente: el tiempo es tan sólo las acciones que realiza la persona al ir transformándose. El resultado de esos cambios, sus transformaciones, como se mueve en ese campo, eso se llama movimiento. Se mueve en ese campo de acuerdo a su transformación interior; dependiendo de qué tanto él, con respecto a ese campo,  va siendo más y más congruente con ese campo y dependiendo de esto se le atrae más y más acercándose a ese centro. 

El lugar es siempre su ubicación dentro de ese campo. Siempre está en su punto de equilibrio dentro de ese campo. Digamos como si estuviéramos dentro de un campo magnético o en un campo electroestático, cuando la carga en ese campo está siempre de acuerdo con su punto de equilibrio con ese campo, su carga. Es lo mismo con nosotros.  

No tengo otro ejemplo mejor para comparar con la espiritualidad.

Estos círculos, estos cambios cuando pasamos de un círculo al otro a través de nuestra transformación interior, nos mejoramos y cambiamos nuestra ubicación en estos círculos acercándonos al centro. A estos círculos los llamamos Olamot, los mundos, dentro de los cuales hay círculos particulares que se llaman Partzufim, dentro de los cuales hay todavía círculos más particulares que se llaman Sefirot.  En total tenemos 125 círculos  y yo me paso de un círculo a otro gracias a mi transformación individual.  Así es como yo avanzo,  me mueve entre ellos.

De ese campo hacia mi, sólo hay una Fuerza que me opera, una sola fuerza inmutable   Quiere sola una cosa, es decir, me afecta, es decir, quiere algo. Esa Fuerza no cambia sólo actúa para acercarme a su centro.

Todos los cambios ocurren sólo en mis Reshimot, que van cambiando continuamente.  Mi deseo, o digamos mi carga eléctrica, sigue elevándose, aumenta. Ustedes podrían decir que mi ego se desarrolla constantemente y entonces en cada momento me encuentro en un desequilibrio creciente con respecto a ese campo. 

Me alejo cada vez más de ese buen centro, pero esto es porque yo cambio y sucede automáticamente porque nuevos Reshimot se despiertan constantemente. Por consiguiente, si no nos transformamos constantemente, nuestra situación se va a ir empeorado.

En ese campo no soy yo el único que existe.  También hay  otros siete mil millones de pequeñas cargas y todas se sienten igual más o menos, se sienten mal. Algunas veces se sienten bien, porque sin la sensación de estar bien no podríamos vivir, sentir la vida, diferenciar entre un mal y otro.  Pero a través de nuestra evolución, al distanciarnos del buen centro, al ir aumentando nuestro deseo egoísta, al irnos volviendo desiguales al  Creador, llegamos a un estado en que nos distanciamos de Él hacia los círculos externos más apartados y al llegar allí, nos sentimos unidos entre nosotros.

Él empieza a influirnos. No es que Él cambió. Pero nosotros sentimos que así empieza a actuar en todos nosotros en conjunto. Como resultado, empezamos a sentir que estamos interconectados y nuestro problema es mayor, porque en esa conexión puedo sentir, no mi desequilibrio con respecto a esa Fuerza, sino más bien el desequilibrio de todos nosotros. Es decir que el problema ahora puede ser mucho más grande,  peor que nunca.   Significa que somos interdependientes; que puedo empezar a sufrir por cada persona en el mundo. Y ese es el estado al que estamos entrando.

Este estado se llama dolores de parto. Es como antes del parto, que el embrión tiene que desarrollarse durante nueve meses y recibe la nutrición de la madre y todo es para incrementar su ego. Pero en la última fase llega a algo opuesto: la madre en lugar de ser buena, relativamente,  empieza a presionarlo para que salga de ella.

Así que esta crisis global que estamos pasando, que nos afecta a todos, es como la presión en el embrión general, con el fin de empujarlo, no sólo a una parte.  Primero, el embrión creció desarrollando algunos órganos en particular,  la cabeza, las extremidades, el tronco y así se fue desarrollando. Ahora la presión es colectiva. No hay a donde escapar;  sólo salir de esa situación. Y ahora nos encontramos justo en ese estado.

Por lo tanto en ese desarrollo global, pronto vamos a sentir cuán desequilibrados estamos con esa Fuerza del Creador. A tal punto que no tendremos más que voltearnos de cabeza, como un feto antes de nacer, es decir, transformar todos nuestros valores y adoptar exactamente los valores del Creador para después nacer. Entonces sentiremos el Mundo, Año, Alma y existencia de la realidad, es decir, los parámetros espirituales y veremos que todo existe por encima del tiempo.

Incluso antes de Einstein y la física moderna, en el siglo 11, Rambam escribió que todo nuestro mundo corporal existe por debajo de la velocidad de la luz, que quiere decir, debajo del tiempo espiritual o dentro del tiempo corporal. Hoy en día no tenemos problema, incluso la ciencia comprende que el tiempo es relativo; que puede cambiar, puede retroceder, o avanzar. Todo está en nuestras sensaciones y no es que exista fuera de nosotros.

Durante nuestra lección de percepción de la realidad, hablaremos sobre que no existe el tiempo, el espacio, o el movimiento. Más bien que todo está en el desarrollo; es una impresión dentro de nuestro deseo de recibir. Si nuestro deseo es limitado, también nos sentimos así. Si nuestro deseo no es limitado, es decir, que no trabaja para absorber,  sino opera para salir, para dar, para conectarse a los demás, todos estos parámetros totalmente pierden sus fronteras y limitaciones. No existen limitaciones de tiempo, lugar y movimiento.

(Extracto de la primera lección durante el Congreso en Búfalo, Nueva York)

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