Saboreando todos los mundos

Somos deseos, acciones, y hay una fuerza que nos creó y está afectándonos («el que Actúa»). Somos la consecuencia de estos, al igual que nuestras propiedades y los sentimientos que experimentamos en las propiedades creadas y llenadas por esta fuerza.

Ni siquiera somos el producto que siente directamente la fuerza y su influencia, en todos los cuatro estados del alcance. Aun estamos muy lejos de tan plena revelación. Pero nunca podremos dar un paso más allá del límite de la sensación puesto que somos deseo que puede conocer sólo lo que se desarrolla dentro de él.

Por eso no podemos conocer la esencia de las cosas, no sólo en lo espiritual, sino incluso en el mundo corporal, ya sea electricidad, pan, agua, el Partzúf superior, o la Luz espiritual. Todos ellos no son más que las sensaciones que experimento en mi deseo. Es un derivado de algún impacto que evoca y llena mi deseo: yo siento el resultado de un determinado acto realizado por una fuerza en algunas propiedades.

Eso significa que yo también soy una cierta consecuencia, una cierta combinación de fuerzas sobre las cuales no sé nada. Todo lo que ha existido antes y lo que me creó es desconocido para mí. Sólo sé que existo y de alguna manera me experimento como un cuerpo mineral que ocupa un espacio en el universo.

Sin embargo, todo ello no es más que mi experiencia de mí mismo, de acuerdo con las propiedades asignadas a mí por el Creador. Pero ¿quién soy realmente? ¿Podría ser que tengo alguna otra forma, excepto la que estoy viendo en este momento? No sé y nunca lo sabré. Yo soy el deseo de disfrutar, el cual se percibe a sí mismo de esta manera, y obtengo sólo la materia y la forma que esta materia adquiere al experimentarla como placer o dolor.

En cuanto a la forma abstracta y la esencia, no las alcanzamos y no sufrimos en este sentido puesto que no se manifiesta en la materia. No conocemos la esencia de las cosas más familiares a nuestro alrededor. ¿Qué es pan o azúcar? Sólo conocemos su sabor. Yo trago la fuerza que veo como un pedazo de pan y ocupa un volumen determinado que se presentó como tal en mis sensaciones. Esta fuerza llena un espacio vacío dentro de mí, y pienso que es materia real ya que la materia es un deseo que recibe llenado.

De manera similar, más tarde, revelamos la realidad espiritual, sus «sabores» específicos dándoles nombres. Alcanzamos al Creador por Sus acciones y comenzamos a saborear los sabores de las Sefirót y los Partzufím: Zeir Ánpin tiene un sabor, mientras que Máljut tiene otro. Y así, gradualmente, logramos todos los sabores, hasta que llegamos a conocer el sabor de lo maravilloso que es el Creador. Conocer el sabor de la Luz Infinita significa recibir por el bien de otorgar, disfrutar de la adhesión a ella, el llenado y el amor.

(34630 – De la 4º parte de la lección diaria de Cabalá del 06.02.2011, «La Esencia de la Sabiduría de la Cabalá»)

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