Sed de conocimiento y respuesta desde la Cabalá

Pregunta: ¿Siempre ha hablado usted de manera elocuente?

Respuesta: Siempre he podido he podido hablar de manera extraordinaria.  Las personas incluso se sorprendieron de mi ruso, aunque no estudie nada específico. Sin embargo, he leído decenas de miles de libros. Siempre he sido muy inquisitivo. Teníamos una suscripción de revistas técnicas, como Saber es poder, Vida y ciencia, Radio, revistas sobre arte y otras. En ese tiempo, yo caminaba por todos los museos en St Petersburg (Leningrado en ese momento) y en Moscú.  

En general, devoraba toneladas de información conforme tenía una sed sin satisfacer. Pero he entendido rápidamente que eso no te da nada. Me mudé aquí, proveniente de Rusia, más que nada por mi indomable sed de conocimiento. Me parecía que ahí no podía satisfacerla; y de hecho, todos los trabajos interesantes, estaban prohibidos para mí. 

Aunque cuando me mudé aquí, me pasó exactamente lo mismo. Además, toda mi vida consciente, desde los 18 a los 30 años de edad, la pasé buscando; y al mismo tiempo sufría mucho por una úlcera duodenal, que me llevó a un sangrado terrible. Un amigo doctor me dijo que nada me ayudaría y dijo: “Tienes tal personalidad, que se pondrá peor”.  

En cuanto empecé a estudiar la sabiduría de la Cabalá, en un año o año y medio que esta sabiduría me daba todas las respuestas, la úlcera comenzó a remitir. Finalmente había llegado a la fuente que gradualmente tenía que destapar. Por supuesto que aún tenía una multitud de preguntas, nada estaba claro y yo me encontraba en un conflicto interno, pero ya estaba en el lugar. 

No conocía Cabalá y no la entendía, pero aún así, estaba en ella. Estaba alcanzando la satisfacción de estudiarla y captarla. 

Poco a poco, la úlcera desapareció y no quedó nada. Hoy en día, todas mis radiografías están totalmente limpias. 

Más tarde, cuando comencé a alcanzar la sabiduría de la Cabalá, todo empezó a acomodarse en una única imagen, como en una canción, un placer o un gozo. No había nada más que yo necesitara. Ya estaba listo para sentarme en mi habitación, prácticamente toda mi vida, porque estaba viendo la eternidad, conforme me sumergía en ella. 

 

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