Un pueblo de una probeta espiritual

Dr. Michael LaitmanPregunta: El pueblo de Israel tienen una característica inusual que no es típica de ningún otro pueblo, la capacidad de criticarse y culparse a sí mismo. Este fenómeno recibió una fuerte expresión especialmente en la reciente guerra. A pesar de que la mayor parte de la gente apoyó la operación militar de todo corazón, a veces se escucharon señalamientos y duras críticas. ¿Cuál es el origen de este fenómeno y qué hacemos con esto?

Respuesta: Hay un fenómeno muy interesante entre el pueblo de Israel que no vemos en ningún otro pueblo. Por ejemplo, ustedes no encontrarán a un francés que de repente quiera ser español o inglés. Pero entre los judíos hay aquellos que no quieren ser judíos y estarían felices de ser franceses, ingleses o nada con tal de no pertenecer al pueblo de Israel.

¿Hay algo viciado en nuestra actitud con respecto a nuestro pueblo si tenemos estos pensamientos? Debido a esto, la gente comenzó a criticar a su pueblo, su estado actual, la actitud general y su actitud personal. Todo esto se desprende de la singularidad del pueblo de Israel.

No se trata del pueblo según sus características genéticas; este no se establece en función de una determinada ideología, ni brotan de un área en particular o de una antigua tribu que con el tiempo se convirtió en un pueblo como el resto de los pueblos. A pesar de que las personas puedan deambular de un lugar a otro, en función de sus genes ellas pertenecen a un mismo padre y madre.

Es decir, un tipo de la familia creció gradualmente, al principio se convirtió en una villa, después en una ciudad, y finalmente se convirtió en toda una nación. La humanidad salió de la antigua Babilonia y se esparció sobre la faz de la tierra de acuerdo a las tribus. Muchos pueblos pequeños y tribus que vivían en Babilonia, más tarde se extendieron por todo el mundo en función de su naturaleza. De ellos surgieron alemanes, ingleses, franceses, españoles, y todas las naciones europeas. Algunas tribus llegaron a la India, China, Japón y África.

Esta dispersión de Babilonia a través del mundo sucedió hace 3800 años; esto lo describe Josefo con gran detalle de una manera muy interesante. Pero de todas las tribus de Babilonia, había personas que se unieron a Abraham según su anhelo espiritual, según el principio espiritual. Ellas querían conectarse entre sí, descubrir el poder superior en la naturaleza.

Esta es una fuerza unificada que actúa en el mundo entero dentro de un sistema global general, de tal forma que es posible descubrirla sólo en una situación en la que varias personas se conectan, las cuales en otro tiempo eran extrañas, distantes e incluso se odiaban entre sí. Y si se conectan entre ellas más allá del odio, entonces construyen un sentido general de unidad.

Esta es la forma en la que fueron creados los hijos de Israel, para que una multitud de diferentes opiniones y diferentes corrientes siempre exista dentro de este. En esencia se trata de una reunión de representantes de todas las tribus que vivían en la antigua Babilonia. De todas las setenta naciones del mundo, los que se fueron no estaban dispuestos a permanecer en el nivel de una nación mundana regular sino que quería conectarse y pertenecer a la fuerza más elevada, descubrirla y explorarla, para alcanzar la meta de la creación, su pico.

Estas personas se reunieron en un grupo que con el tiempo se convirtió en el pueblo de Israel. Por lo tanto, dentro del pueblo de Israel se encuentran las raíces de las setenta naciones del mundo, y por otro lado, hay una raíz espiritual. Las raíces terrenales y espirituales son opuestas, y además de esto, las raíces de las setenta naciones del mundo se oponen entre sí. En consecuencia, los judíos son muy diferentes, ellos discuten entre sí, y no quieren conectarse. Podemos conectarnos sólo durante un tiempo de angustia, en contraste con las otras naciones que sienten una conexión mutua entre ellas y pertenecen a su pueblo. Después de todo, biológicamente pertenecen a la misma raíz, al mismo padre y a la misma madre, mientras que no es así para el pueblo de Israel.

Entonces el pueblo de Israel es una nación única, uno podría incluso decir que fue creada «artificialmente», no de forma natural. Por lo tanto nuestros enemigos afirman justamente que no hay tal cosa como el pueblo de Israel. Se trata de un pueblo que no puede ser medido por el nivel mundano usual.

Sólo más tarde, después de muchos años, por medio del desarrollo natural y la integración mutua, nos hemos convertido en algo que se asemeja a un pueblo común con nuestras propias características nacionales. Pero también entre nosotros hay grupos especiales: sacerdotes, Levitas e Israel, que son genéticamente diferentes.

Aparentemente es imposible medir al pueblo de Israel de la forma habitual y compararlo con otras naciones. Nunca lograremos sacar conclusiones útiles, como resultado de esta comparación porque el pueblo de Israel es un pueblo muy singular.

Esto explica la gran autocrítica de los judíos y las divisiones dentro del pueblo. Después de todo, en cada judío hay una raíz espiritual de las setenta naciones del mundo, y además también hay una raíz espiritual que determina la propia pertenencia al pueblo de Israel.

En alguna oportunidad ascendimos al mundo espiritual con la ayuda de la raíz espiritual. Alcanzamos la conexión; descubrimos dentro de esta la fuerza más elevada de la naturaleza. Después de eso, caímos del nivel espiritual; perdimos la sensación de la fuerza más elevada y la conexión con ella. Dentro de cada judío hay Reshimot (reminiscencias) de los diferentes estados, entonces él no es capaz de relajarse y estar en paz consigo mismo, porque está construido de una forma muy complicada y variada.

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Del Kab.TV «Una nueva vida» del 7/22/14

 

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