Una nueva ronda de drama mundial: “Omicron”

En nuestra fase de desarrollo, como raza humana, la naturaleza espera que nos unamos, para que, al menos para nuestro beneficio egoísta, nos demos cuenta de que estamos en el mismo planeta, corriendo por todos lados en un gran espacio y dependemos unos de otros.  Nadie más nos puede ayudar, tenemos que organizar nuestra propia vida en esta Tierra. 

Esta es nuestra casa, un pequeño pueblo. Y si no determinamos esta vida, de modo que todos los habitantes del globo puedan vivir en paz, en un mundo amable; y si no cuidamos nuestro planeta, no podremos sobrevivir en él. 

Es un problema, porque el programa de la naturaleza no nos dejará volver a intentarlo, volver a empezar y corregir nuestros errores. Siempre estamos obligados a avanzar de acuerdo al programa de la naturaleza, en el cual, durante el curso de nuestro desarrollo, nos exigirá cumplir más estrictamente con las leyes de la conexión, en una comunicación cada vez más polifacética, de alta calidad. 

Tendremos que cumplir estos requisitos. Mientras no nos desviemos mucho de la forma establecida para nuestro nivel de desarrollo, la naturaleza nos perdonará nuestros errores. Pero si la violamos de forma importante, recibiremos golpes de la naturaleza: sequías, erupciones volcánicas, etc. Si nuestra separación rebasa todos los límites, la naturaleza reacciona con una pandemia global.

Y por supuesto, este último virus “Omicron”, es sólo un eslabón de una larga cadena. Hay posiciones detrás, todo un ejército de impactos tan negativos sobre el hombre y la sociedad humana, que no podremos sobrevivir. La naturaleza nos golpeará, hasta que quede un puñado de gente sobre la Tierra, que entienda que no hay forma de salir y que construya relaciones correctas. 

Cada nueva ola de pandemia, se percibe como una sorpresa incómoda. Nos pareció que el virus estaba casi eliminado y de pronto, nos pega, incluso más fuerte. Pero, ¿por qué todos pensaron que el virus desaparecería? Finalmente, llegó con un propósito específico, para sacudirnos y ayudarnos a entender que nos falta la unión. 

Y si trabajamos en conexión mutua, amigablemente, podremos arreglar la situación. Esta es la única y verdadera medicina. Y si no hemos hecho nada así, pasará como suele pasar con una enfermedad no atendida, se revelarán condiciones más graves. Si el paciente no recibe la medicina, la enfermedad progresa, no se irá por sí sola. 

La enfermedad llega a una fase crónica y nos parecerá que ya pasó. Pero no, es sólo la transición hacia un nivel incluso más serio del padecimiento. 

La misma historia comienza de nuevo: restricciones, aislamiento, miedo, nuevas vacunas. Al final, no hemos aprendido nada en los dos años de la epidemia y no hemos entendido lo básico: el propósito por el que nos llegó el coronavirus y a lo que tendríamos que ir de forma opuesta (más allá de tratamiento médico y todo lo demás). 

El virus necesita que nos acerquemos y nos unamos. Llegó como invitación para que nos conectemos a un sistema. El virus golpea a todos; estábamos obligados a ayudar a nuestro prójimo, eso habría acabado con la epidemia. El virus nos invitó a cuidar a todos. Pero, ¿lo hicimos? 

Le pusimos cubrebocas a todos y nos dispersamos en sana distancia y también fue bueno. No obstante, es contra la conexión, también es contra nuestro egoísmo, si nos distanciamos físicamente. Si todos tienen un deseo negativo para los demás, mientras más aislados estemos, mejor. Esto tranquiliza la situación, lo confirman las pruebas. 

Pero aún así, no es la solución. La naturaleza nos obliga a encontrar una verdadera solución. Pero no la buscamos, sólo enmascaramos nuestro egoísmo.
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De Kabtv “Conversación con periodistas”, 28/nov/21

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