Ustedes nunca avanzarán al aferrarse a lo viejo

Dr. Michael laitmanEn nuestro desarrollo, nosotros tenemos que pasar a través de un estado en el que perdemos nuestra forma anterior. Es como un grano de trigo que se ha sembrado en la tierra y se descompone totalmente. Sólo queda una Reshimo (reminiscencia), mientras que la sustancia misma se transforma en tierra, se transforma para convertirse en alimento para la nueva forma que aparece después descomponerse.

Es decir, ocurre un descenso desde el estado anterior y después de esto viene el ascenso al nuevo estado. Y en el punto más bajo de la ruptura sólo queda una Reshimo que se transforma y se convierte en una nueva Reshimo, en un gen del nuevo estado. La forma correcta para el nacimiento y crecimiento es así, tanto para la planta como para el animal, e incluso para la persona en nuestro mundo, y de la misma forma ocurre también en la espiritualidad.

De lo contrario no podríamos pasar de un estado a otro estado. Tiene que haber una transformación aquí, una diez Sefirot nuevas. Desde el Partzuf de diez Sefirot anterior, al nuevo Partzuf de diez Sefirot sólo pasan Reshimot. Eso es lo que sucede en nuestro mundo, porque la raíz espiritual se revela en la rama física, e igualmente ocurre con nuestro desarrollo interior. La misma ley única actúa en todo. De ello se desprende que cada nuevo estado, se alcanza en el camino sólo al abandonar nuestra situación previa, al cambiar nuestra conciencia, comprensión y enfoque en lo que hemos sentido en nosotros como incorrecto, como inapropiado, y por lo tanto nos actualizamos a nosotros mismos a un nuevo nivel.

En la espiritualidad esto es mucho más prominente que en el mundo físico. Si en el mundo físico la persona no cambia su conciencia, su visión del mundo, su punto de vista, su opinión, entonces ella no crece. Sólo le agrega a la conciencia anterior y por lo tanto permanece como el mismo niño pequeño, solo que con mayor tamaño. La señal de que la persona ha crecido es que ella se transforma en comprensión, en conciencia, en esfuerzo.

Ella obtiene control sobre estos estados y se trae a sí misma a un estado en el que de repente todo su control anterior, todo su enfoque previo desaparece. Ella ya no es capaz de permanecer en esto y se siente impotente, perdida, sin saber qué hacer a continuación. En el camino espiritual nosotros a este estado le llamamos descenso. Nos sentimos confundidos, sin entender qué nos está pasando, y después de éste, alcanzamos un nuevo estado. Como regla general en la vida normal, no ocurren transformaciones de este tipo y la persona simplemente va y le suma al viejo equipaje, y por lo tanto, nunca obtiene una nueva forma, así que en su vejez ella sigue siendo el mismo niño.

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De la 4º parte de la lección diaria de Cabalá del 8/02/13, Escritos de Baal HaSulam

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