¡El alma duele, luego existe!

El Creador pensó en crear un ser que llegara a Su estado y nivel; que entendiera todo lo que el Creador ha hecho y sintiera todo lo que el Creador siente. ¡En otras palabras, que este ser se volviera exactamente como el Creador!

Pero con el fin de volverse equivalente al Creador y seguir siendo un ser creado, sin tener que disolverse en Él, la criatura tiene que reconciliar dos fuerzas opuestas en su interior: la recepción y el otorgamiento. Pero además, ¿cómo podríamos aprehender algo sin hacer una comparación con su opuesto? Si me hubiera creado de tal forma que existiera en total armonía con el ambiente circundante y en adhesión total y unicidad con todo, entonces no tendría ninguna consciencia de ello ni lo percibiría.

La sensación se percibe sólo como resultado de una fuerza opuesta que me provoca molestia o carencia. Este es el conflicto que siento. No pienso en que tengo una cabeza hasta que me duele; si empieza a punzarme, recuerdo que tengo un oído. Lo mismo ocurre con los sentimientos que se relacionan al mundo que me rodea. Mientras todo esté bien, no pienso en él porque no siento lo que me rodea.

Por consiguiente, si un ser creado tiene que alcanzar la realidad (tanto spiritual como corporal) debe estar en conflicto con ella. En todos sus sentimientos, atributos, pensamientos, deseos y metas, la criatura tiene que ser opuesta al Creador. Y así es como nos hizo, tal como Él lo quería.

Él es la Luz Superior y nosotros somos el punto oscuro del deseo, completamente opuesto a Él. Sin embargo, es imposible evolucionar solos desde la oscuridad que es opuesta a la Luz, pues produce un dolor intolerable que no nos permite avanzar. Por eso el Creador crea una realidad específica: Maljut del Mundo del infinito y todo el sistema de ocultamiento (los mundos), con el fin de que nosotros gradualmente nos apartemos de este Infinito en donde todos existimos en adhesión dentro de la Luz y descendamos a nuestro estado actual de existencia.

Todo este viaje fue planeado para nosotros; no tuvimos que sufrir y sentirlo pues de antemano (antes de que entráramos en escena) se creó un sistema de gobierno: los mundos de ABYA (Atzilut, Beriá, Yetzirá, and Asiyá). Y en cuanto a nosotros, aparecimos en la etapa final de este sistema y experimentamos que llegamos a este mundo y vivimos dentro de él. Y no percibimos que seamos opuestos a algo o que necesitemos descubrir lo que es.

Pero gradualmente, por medio de turbaciones y miles de años de nuestro desarrollo, el Creador evoca en nosotros nuestro deseo por Él. Habiendo completado nuestra evolución corporal, llegamos el punto de inicio del espiritual: la llegada de la pregunta sobre el propósito de la vida y a partir de este punto, empezamos nuestra ascensión hacia el mundo espiritual.

(De la primera parte de la lección diaria de Cabalá del 3 de septiembre 2010 sobre Shamati 50)

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