¿No ven el Infinito? ¡Pónganse los anteojos!

img_5658_100Nuestro mundo es un montículo del Infinito, pero sólo en el  nivel más pequeño de la percepción. Entendemos y  sentimos la realidad en la medida más ínfima, extremadamente lejos de la percepción plena.

Cuando una persona tiene mala vista no ve casi nada sin sus anteojos. Apenas si distingue a la gente a su alrededor, aunque se encuentre a su lado.  De esta forma nuestro mundo no es sino una aletargada y borrosa sensación y una mísera porción de la comprensión clara del Infinito.

Sin embargo, siempre revelamos el cuadro completo, al igual que cada parte  de un holograma contiene la imagen entera. Incluso en el nivel más bajo observo todo el espectro de la realidad, pero sólo hasta donde puedo verla sin mis “anteojos”. Cuanto mejor sean las anteojos, más clara es la imagen.

Existimos dentro de en un estado inmutable, y sólo lo sentimos dependiendo de la agudeza de nuestra percepción. La percepción más clara y nítida es el mundo del Infinito.

Para acercarse a ella, en primer lugar, tenemos que corregir nuestros instrumentos de percepción (Kelim), revelar  en ellos un poco más de  Luz. Y para que esto ocurra, deben ser semejantes a la Luz.

Los consejos de los cabalistas nos ayudan para la corrección y cuándo la Luz se revela, encontramos un “tesoro”, mejor dicho, una contribución, que es una nueva capa de la realidad y que inicialmente fue “ingresada” a nuestra cuenta.

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