No existe mayor alegría que llegar a resolver las dudas, porque una duda procede de la diferencia que existe entre la recepción y el otorgamiento, entre la Luz y el deseo. Si elimino esta diferencia y llego a la conexión, a la unidad, entonces no existe mayor placer que la fusión.
Estos dos elementos, inicialmente opuestos, como me parecía, de repente se unen, llegan al acuerdo, a la paz y con ello llega la alegría. Estoy hecho de tal modo que por esto experimento placer. El placer es el resultado de la manifestación de la Luz en la vasija espiritual, el deseo. Y la Luz solo puede revelarse en la medida de la semejanza entre ella y el deseo.
¿Entonces qué es lo que siento? ¿Mi deseo? ¡No! ¿La luz? ¡No! Siento el resultado de su interacción en forma de sufrimiento o placer.
(De la lección sobre el artículo, Introducción al Libro, Panim Meirot u Maswbirot, correspondiente al 06 de agosto 2010).
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