A través del ojo de una aguja hacia un nuevo mundo

Todo viene como resultado de un esfuerzo. No esperen que nada cambie por sí solo. Sólo a través de nuestro esfuerzo por unirnos atraemos la Luz sobre nosotros. Mientras más grande sea el esfuerzo, más fuerte es la influencia de la Luz, y vice versa. La Luz permanece en reposo absoluto, y sólo cuando aspiramos en conjunto hacia la unidad La obligamos a unirnos.

Nos acercamos unos a otros, y al hacerlo nos acercamos a la Luz. Al distanciarnos unos de otros, nos distanciamos de la Luz. Pero nuestros esfuerzos nunca se desperdician, y «centavo a centavo se acumulan en un gran capital». Cada vez que tratamos de unirnos, la Luz nos influye, y aun si justo después nos distanciamos, la corrección hecha por la Luz permanece, nada se desperdicia, y nos movemos hacia lo que sigue.

Estos procesos de «compresiones» y «expansiones»  son como entrada/salida o como el latir del corazón. Nos unimos, la Luz nos influye, corrige nuestra conexión e inmediatamente evoca el próximo grado no corregido. Otra vez tenemos que hacer esfuerzos, dándole a la Luz la oportunidad de unirnos una vez más, y otra vez la corrección trae el próximo estado no corregido. Y así en adelante, hasta que las 125 correcciones se completan.

Cada vez  me elevo por encima de mi deseo no corregido, y lo traigo a la corrección. El primer paso es cuando mi punto en el corazón cruza el Majsom. Entonces tira de una parte del deseo sobre el Majsom, la parte sobre la que puede estar por encima (fe por encima de la razón, Biná sobre Maljut). Y así en adelante, hasta que gradualmente cruzo sobre el Majsom todo mi deseo, parte por parte, habiendo adquirido las cualidades de otorgamiento por encima de la recepción. Es el grado de Hafetz Jesed o Biná, otorgamiento por el bien del otorgamiento. Ahora mis errores se han convertido en méritos y mis pecados en errores.

Entonces me muevo a la siguiente fase: A través de un diminuto agujero en la próxima barrera me cuelo en el dominio del amor a otros. Mi punto en el corazón es el primero en hacerlo, y luego todas las partes de mi deseo son llevadas a este grado. Al grado que pueda usarlas por el beneficio del amor (satisfacción) de otros, transformo el ego en el deseo de recibir por el bien del Creador.

Cada vez trabajamos con nuestro ego hacia una unidad más grande al atraer la Luz por medio de nuestro anhelo por la equivalencia de forma. Yo deseo, y el Creador responde a mi deseo, llevando a cabo todas las acciones.

(21610 – De la cuarta parte de la lección diaria de Cabalá del 20 de septiembre 2010, sobre 6000,000 almas.)

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