Convirtiendo la fantasía en realidad

Los autores del Zóhar alcanzaron los grados espirituales y los describieron para nosotros, los arreglaron de modo que el flujo del impacto de la Luz de la descripción de nuestro estado, nos beneficie tanto como sea posible y nos ayude a darnos cuenta del estado en el que estamos.

Ellos están en el sistema llamado el mundo del Infinito, un sistema corregido, de trabajo. Sin embargo, esto está oculto de nosotros, y no sabemos dónde estamos. Somos como bebés que no saben en qué estado se encuentran, en qué mundo, qué está pasando, quién y cómo se ocupa de ellos. Es como si ellos recibieran todo hecho, pero no saben de dónde viene. Ellos tienen un mundo propio que pueden sentir, y viven en él.

Nosotros también estamos aun separados de la realidad actual, estamos en una especie de neblina, ocultamiento, como en un sueño. Si nos podemos imaginarnos el estado espiritual, hasta cierto punto, sin importar cuán preciso pueda ser, y tratamos de estar en él, convocamos la Luz que Reforma de ese estado.

Pero no es suficiente con imaginar solamente algún estado espiritual, aun si esta visión es más auténtica: que la humanidad está unida en conjunto, en el deseo de otorgarse unos a otros, en garantía mutua, en diferentes formas correctas de conexión, e incluso en el deseo de alcanzar la propiedad integral de otorgamiento, el Creador. No es suficiente, porque todas las descripciones que tratamos de imaginar son nada más que nuestra imaginación, ellas no son diferentes a nuestras fantasías terrenales.

Si queremos que estas imágenes se realicen y asuman una forma más realista, sensible, necesitamos una fuerza que influya en este cuadro imaginario del grado superior y convierta la fantasía en realidad espiritual real, una fuerza que lo realice en la práctica. Esta fuerza se llama la «Luz que reforma».

Es por eso que nosotros leemos El Libro del Zóhar, puesto que su lectura convoca sobre nosotros la Luz que reforma de la manera más benéfica y más fuerte. Sin importar qué leamos. Lo importante es en qué medida queremos estar en ese sentimiento, en esa intención, en ese estado, al igual que los autores del Zóhar, quienes nos hablan con palabras que están más allá de nuestra comprensión. Pero si queremos estar en el mismo círculo con ellos, este funciona, nos influye. Así es como alcanzar el poder para desarrollarnos.

En nuestro mundo, un niño que hace esfuerzos convoca  la fuerza del desarrollo de la naturaleza, puesto que esta ha sido dispuesta para él por el sistema. Ya sea un cachorro o un pequeño niño, la misma ley se aplica a todos. Ambos son pequeñas bestias, animales.

En el mundo espiritual sin embargo, todo sigue a la intención. Allí tenemos que hacer grandes esfuerzos para atraer la Luz que reforma. Esto es llamado «ocuparse en la Torá». Nosotros comenzamos la lectura del Libro del Zóhar por nuestro libre albedrío, con la ayuda de los amigos, del grupo, del trabajo interno y de una gran preparación, deseando extraer de él la Luz que reforma.

(71102 – De la 2º parte de la lección diaria de Cábala del 2/27/2012, El Zóhar)

El detector para revelar al Creador
Antes de entrar al tesoro
La última incognita en la ecuación

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