Del amor al odio y de vuelta al amor

El Creador creó un solo deseo, una vasija que permanece en unidad simple y completa con la Luz, como un todo, sin ningún tipo de división o diferenciación. Este fue el plan de la Luz que creó el deseo, pero este deseo no expresa aun ninguna reacción personal. Por lo tanto, sólo hay un alma, una creación, que es considerada como Máljut del mundo del Infinito.

Todo lo demás existe sólo en la experiencia interna de esta Máljut. Esta siente que la Luz superior, que la llena, viene con amor y otorgamiento, mientras que ella misma está opuesta a la Luz. Al sentir vergüenza, esta se restringe para no sentir esta Luz dentro, para no sentirla como recepción. La Luz, en respuesta al deseo de Máljut, parece retirarse, dejando un vacío en torno al punto central de la creación, y Máljut permanece vacía. Pero todo esto ocurre sólo en sus sensaciones, mientras que el propio estado no cambia.

Y después, esta espera recibir la Luz para otorgar y romperse. En otras palabras, estaba deseosa de reformarse y de otorgar a la Luz de la misma manera que Él lo hizo en el mundo del Infinito: ¡otorgar a Él infinitamente! Pero ella falló. ¡Qué decepción y dolor! Después de esto, Máljut se movió de un modo diferente: Soltó la idea de llegar a ser equivalente con la Luz.

Tuvo como un enorme y apasionado deseo de otorgarle todo a Él, ¡hasta el final! Al intentar hacerlo, y fallar, Máljut lo perdido todo. Perdió el poder de otorgar, se rompió, y se trasladó hacia la fuerza de recibir, a pensar en sí misma. Ahora, en vez de recibir para otorgar, ella desea o bien otorgar para recibir o recibir egoístamente.

En realidad es totalmente contraria a lo que solía ser anteriormente. Pero todo este drama se despliega sólo dentro de Máljut, en sus sensaciones tormentosas. De esta manera ella forma diversas relaciones con la Luz, que son consideradas como los mundos de ABIA (Atzilút, Beriá, Ietzirá, Asiá) hasta que, al final, no surge una nueva intención en Máljut misma, cuando esta comienza a pensar en otorgar de nuevo.

Ella fue llevada a este punto por la cadena de genes de desarrollo (Reshimót, recuerdos) de la ruptura que sufrió. Se siente tan miserable, separada y vacía que la relación con la Luz comienza a aparecer de nuevo en ella. Así, Máljut empieza a trabajar para superar esta sensación de separación y deseosa, despierta vergüenza en sí misma, queriendo sentir cuan opuesta es a la Luz: Cómo darle por completo a Él comparado con recibirlo todo.

Esta se siente completamente rota en pequeños pedazos, fragmentada por las diferencias, la separación y el odio. Pero esto es precisamente lo que le permite reconstruirse ahora, después de haber reparado las relaciones entre estas partes, y tratarlas de la manera que lo hace la Luz. De tal modo, ella adquiere las propiedades de la Luz, y según el grado, empieza a sentir el amor y otorgamiento de la Luz.

Cuando la persona, una de las partes de Máljut, que se experimenta a sí misma como separada de los demás, llega al grupo, comienza la reparación de sus relaciones con todas las otras partes de Máljut. Y si trabaja correctamente, empieza a discernir cuáles son las propiedades de recepción y otorgamiento, tanto como el rechazo, el desprecio, y la atracción.

Resulta que en vez de recibir de la Luz todo este suministro de significados directamente, Máljut los discierne por sí misma, clasificando las relaciones entre todos sus deseos rotos. En otras palabras, utiliza la fuerza de la ruptura y el odio para entender qué es el amor y el otorgamiento. De tal modo, ella trabaja en la unificación, tras haber recibido «ayuda en contra de ella».

Al desear unificar todas sus partes, ella se trae de vuelta a la relación íntima con la Luz, a la habilidad de amarlo y otorgarle a Él. Y es por ello que se ha restringido y comprometido en este proceso que se inició en el mundo del Infinito.

(38979 – De la 1º parte de la lección diaria de Cabalá del 3/24/11, preparación para la Convención WE!)

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