El amor que no nos deja en paz

thumbs_laitman_527_03Baal HaSulam, Talmud Eser Sefirot (El Estudio de las Diez Sefirot) parte 1, «Reflexión interna», ítem 12: Se nos dice: «Él es Uno y Su Nombre es Uno». «Su nombre» se refiere a Maljut del Mundo del Infinito, es decir, el deseo de recibir, una parte orgánica inseparable de la realidad que fue incluida originalmente en el pensamiento de la creación.

La Luz desciende a través de cinco fases: desde la fase cero hasta la fase cuatro (Maljut del mundo del Infinito). Este proceso puede presentarse ya sea como una progresión secuencial o en forma de círculos concéntricos. En cualquier caso, lo más importante es el progreso. Con cada paso, la revelación de la Luz se vuelve más intensa, el deseo se manifiesta y se aclara más, ella siente y alcanza más.

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Como resultado, la cuarta fase recibe la Luz del Infinito sin limitaciones. En otras palabras, la criatura quiere recibir la totalidad de la Luz sin restringirse por nada en absoluto, ni por la escasez ni por el exceso. Este es un estado ideal que puede describirse como darle un vaso con agua a un sediento. Un vaso es exactamente lo que él necesita para satisfacer su sed, no más y no menos. La cantidad de agua es precisamente suficiente para saciar su sed. Nada sobra y no hay una necesidad de más agua.

Esto es lo que el Creador preparó para nosotros: un estado permanente de «Maljut del mundo del Infinito» el cual tenemos que alcanzar en este momento de nuestra evolución. Por eso, nuestro deseo tiene que coincidir exactamente con la Luz y estar acompañado de la intención correspondiente, en unidad, en perfecta armonía.

En general, se trata del proceso para establecer las relaciones correctas entre el Creador y la criatura. Esto se debe a que la cuarta fase siente todo lo que está pasando con ella; siente que recibe la Luz, que detecta la actitud del Creador. Todo ello se le da a la criatura con la excepción de su propia reacción ante lo que está sucediendo. El Creador le da el deseo de recibir todo lo que Él concibió originalmente, la llena por completo con la sensación, con la actitud y la bondad. Habiendo recibido todo esto, la cuarta fase se cierra dentro de sí misma y comienza a desarrollarse sobre esta base, ya que ahora cuenta con los tres parámetros necesarios:

• El deseo de recibir;

• El deseo de complacer, es decir el amor y la buena actitud del Creador;

• El placer que la llena.

En otras palabras, existo yo, que me esfuerzo por recibir, está el placer que obtengo, y hay una sensación del Dador amoroso. Estos factores comienzan a trabajar dentro de mí. Si yo no sintiera el amor del Creador, me limitaría a seguir disfrutando de mí mismo de manera ilimitada. Sin embargo, el amor lo «estropea todo»: Al parecer, además del placer hay algo que exige mi respuesta. No «déjame en paz», y yo comienzo el viaje.

(104851 – De la 3° parte de la lección diaria de Cabalá del 4/12/2013, TES)

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