El punto crucial de la creación

laitman_2009-05-27_8216_w[1]Pregunta: ¿No está claro, como de un lado puedo realizar el deseo de recibir el placer y de otro lado desear identificarme con el Creador? Porque uno se contradice a otro…

Respuesta: Antes de todo, mi juego con el deseo de disfrutar procede de dos atributos: del otorgamiento y de la recepción.

Porque si me encuentro sólo en un atributo, entonces soy un esclavo. Con un atributo incluso no entiendo que hago, sólo realizo mis deseos, como cualquier otro  individuo “de la calle”.

Él sigue a sus deseos y le parece que son propios. Y esto  dura toda su vida hasta su muerte. Por eso, con él no hacen cálculos ni en este mundo, ni en el mundo por venir.

Simplemente, el deseo del Creador se realiza todo el tiempo hasta que llega a tal estado, cuando dentro de este deseo se despierta otro deseo, el deseo de otorgar.  Entonces la criatura empieza a sentir a su Creador.

También nosotros en este ciclo empezamos a sentir que además de la misma acción existe uno que actúa dentro de nosotros.

De estas dos sensaciones empiezo a distinguir que todo lo que deseo, realmente no soy yo el que desea, sino Él que puso su mano en mí y cada vez hace diferentes cambios dentro de mí, y yo por obligación y al pie de la letra lo cumplo todo.

Entonces empiezo a relacionarme con mi estado actual desde dos puntos:

1. Él actúa en mí y esto se denomina mi naturaleza.

2. ¿Cuál es su intención? ¿Qué quiere Él con esto? ¿Por qué lo hace?

Esto significa que en el fin de la etapa “álef” (1) empieza a despertarse la sensación del Creador de esta etapa, de la etapa “shóresh” (0). Y entonces la etapa “álef” quiere convertirse en etapa “bet” (2): ser otorgante.

Precisamente en este estado estamos ahora: en la transición de la etapa “álef” a la etapa “bet”.  Todo depende de cuánto vamos a distinguir las acciones del Creador dentro de nosotros.

Desde este momento y en seguida, cada deseo que llega a mí debo percibirlo cómo si no fuera mío. “¡Quiero beber! ¡Es mentira! ¡Esto no soy yo!”.

Esto significará que en cada estado me elevo por encima del deseo, es decir uno con el Creador que está en este deseo. Me elevo por encima del deseo y empiezo a aclarar que  quiere Él de mí.

Después puedes hacer con tus deseos todo lo que quieras, pero sólo después que compruebas, veas, recibas la decisión y sigas adelante.

(La sensación de que es el Creador quien pone dentro de mí los deseos y yo automáticamente los cumplo, ya procede de la percepción que Él existe, Él pone en mí,…. Él también cumple. ¿Y dónde estoy yo?

De este modo el ser humano percibe su vida en su conclusión y comprende que no existe para él  un juicio, ni una recompensa, ni el infierno, ni el paraíso, nada…).

(Extracto de la lección sobre una carta de Baal HaSulam, correspondiente al 12 de marzo 2010).

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