He estado recibiendo muchas cartas donde las personas comparten sus impresiones de la pasada convención:
«La convención fue increíble, ¡algo totalmente nuevo! Por primera vez sentí que realmente somos uno. En comparación a las convenciones previas donde sentí que estábamos involucrados en algo, esta vez sentí que todos nosotros nos volvíamos ese algo. Aun así, no todo está totalmente clarificado y discernido: ¿Qué es lo correcto y cómo hacerlo bien?
No me sentí decepcionado; más bien, sentí que mi trabajo no era completo y que el lugar donde nos estancamos no era discernido.
Llegué a experimentar y darme cuenta (tras sus explicaciones) que la meta de nuestra unidad era incorrecta, por ‘el bien del Faraón,’ por nuestro egoísmo.
Es absolutamente confuso cómo adquirir la idea y el punto hacia dónde dirigirse para hacer una petición correcta, aun cuando una pista parece haber sido evidentemente proporcionada, y sólo tiene que ser excavada bajo la aglomeración de todo lo que hemos recibido. Y es bastante posible que sólo recibiéramos una pista pero desde diferentes ángulos y que por el momento no seamos capaces de ver la totalidad y claramente comprenderlo.»
«Me gustaría describir sólo algunas cosas que experimenté conscientemente. La mejor fue justo después del programa del segundo día de la Convención: estábamos sentados en el cuarto de hotel muy pasada la media noche y no queríamos irnos; había una sensación casi física de un cierto campo entre nosotros, como una pasta que nos mantiene pegados y llena el espacio con amor. Una vez que se manifiesta, se incrementa o prácticamente desaparece, pero claramente sentimos que existe y hay una oportunidad de descubrirlo. Esto además trajo muchas preguntas acerca de la esencia de ser uno y cómo podemos incorporarnos a este campo si somos totalmente incapaces de hacerlo.»
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¡No vamos a esperar la próxima convención!