La economía es una ciencia imaginaria

Dr.Michael LaitmanOpinión (Shimshon Bichler y Jonathan Nitzan, entrevistados por Piotr Dutiewicz): «Con la crisis global en curso y la clase gobernante temblando al borde del pánico, existe una posibilidad real de un movimiento masivo hacia la derecha, nada diferente a lo que sucedió en la década de los 30´s. Pienso que ese movimiento será difícil de evitar, ni hablar de contrarrestarlo o invertirlo sin una alternativa teórica totalmente nueva. …»

«En los siglos diecisiete y dieciocho, cuando el capitalismo tomaba un papel preponderante, el mercado no tenía nada de qué avergonzarse. Por el contrario. El mercado era visto como un heraldo del progreso, una institución poderosa que era el indicador de la libertad, la igualdad y la tolerancia. …»

«El sistema político, por contraste, es parasitario y además un desperdicio. Su propósito no es la producción, sino la distribución. Sus miembros, los políticos, los oficiales de estado y los burócratas, buscan poder y prestigio. De forma entusiasta «intervienen» y «monopolizan» la economía. Asignan impuestos, toman prestado y gastan, y en el proceso, asfixian la economía y «distorsionan» su eficiencia».

«El mercado se convirtió en la ideología dominante del triunfante régimen capitalista. Ayudó a esparcir el capitalismo por el mundo, y asistió en la lucha con los regímenes competidores, como el fascismo y el comunismo. En la Unión Soviética, donde la producción era asfixiada por el planeamiento caótico y acompañada por el gobierno tiránico, la violencia organizada, la corrupción abierta y el consumo restringido, el mercado simbolizaba la «otra vida».

«Cuando surgió por primera vez la economía a finales del siglo diecinueve, el capitalismo ya era victorioso. Pero también era altamente turbulento y cada vez más cuestionado por críticos y revolucionarios, entonces tenía que ser defendido; y la parte ideológica de esa defensa fue delegada a los nuevos sacerdotes del liberalismo: a los economistas. Con el fin de llevar a cabo su papel, los economistas han elaborado un intricado sistema de modelos matemáticos. Este sistema, afirman, prueba que una economía libre, sin ninguna regulación, si pudiéramos tener una, arrojaría el mejor de todos los mundos posibles, por definición».

«El contrapeso convencional, racionalizado por muchos críticos heterodoxos, es que los modelos neoclásicos podrán ser elegantes, pero tienen poco o nada qué ver con el mundo real en el que vivimos. Y existe ciertamente mucha verdad en esta observación. Pero la «ciencia de la economía» es asolada por un problema mucho más profundo que en muy contadas ocasiones se menciona: se basa en cantidades ficticias».

«Toda ciencia se basa en una o más cantidades fundamentales con base en las cuales se determinan otras magnitudes. La física, por ejemplo, tiene cinco cantidades fundamentales, distancia, tiempo, masa, carga eléctrica y calor, y cualquier otra medida se deriva de esas cantidades. Por ejemplo, la velocidad es la distancia dividida entre el tiempo; la aceleración es la derivada temporal de la velocidad; y el peso es la masa multiplicada por la aceleración de la gravedad. Ahora, como una ciencia, la economía también debe tener cantidades fundamentales, y los economistas afirman que así es. La cantidad fundamental del universo neoclásico es la unidad del placer hedonista, o «utilidad». …»

«Ahora, en el análisis final, todas las cantidades económicas son reducibles a utilidades. La utilidad es la partícula elemental de la ciencia económica. Es la cantidad fundamental, el bloque básico de construcción del que está hecha toda economía. Las utilidades en sí, como los átomos griegos, son idénticas en todos lados, pero su combinación arroja formas infinitamente complejas que los economistas llaman «bienes y servicios». Cada compuesto de la «economía real», desde las cantidades agregadas de producción, consumo e inversión, hasta el tamaño del producto interno bruto, hasta la magnitud del gasto militar y la escala de la tecnología, es la suma total de las utilidades que genera. Y las magnitudes de los precios de la economía «nominal», por ejemplo los precios del dólar o el de un robot industrial (digamos $5 millones) y el de un  iPhone de moda ($500), simplemente representan y reflejan las cantidades asignadas con base en la utilidad que arrojan sus cantidades «reales» respectivas (cuya proporción, asumiendo que el reflejo es preciso, es de 10,000 a 1)».

«Y aun así, y aquí es donde llegamos al punto crucial, esta utilidad, esta partícula básica que es de donde se supone se deriva todo lo económico, ¡no es medible y de hecho no hay forma de conocerla!»

«Nadie ha sido capaz de identificar la partícula básica de una utilidad, y dudo mucho que alguien pueda. Es pura ficción. Y dado que todas las cantidades económicas «reales» son denominadas con base en esta unidad ficticia, se concluye que sus propias cantidades también son ficticias. Medir el «producto interno bruto real» o el «estándar de vida» sin utilidades, es como medir la velocidad sin el tiempo, o el peso sin la masa. (Debo hacer notar aquí que una crítica similar puede hacerse en contra del Marxismo clásico. La partícula elemental del universo Marxista es la abstracta labor socialmente necesaria. Esta es la cantidad fundamental de la que están hechas todas las magnitudes «reales» y que las esferas nominales (deberían) reflejar, y aun así ningún Marxista la ha medido nunca)».

«Los estudiantes, abrumados por el flujo constante de ejercicios «prácticos», ni siquiera sospechan que sus cálculos prácticamente no tienen sentido. A la mayoría de los profesores, habiéndose graduado del molino de embutidos del entrenamiento neoclásico, se les ha borrado de su memoria cualquier vestigio de problemas (asumiendo que estuvieron conscientes de ellos en primer lugar). Y los estadistas, cuyo trabajo es medir la economía, no tienen otra opción que ingeniar números basados en  supuestos arbitrarios que nadie puede validar o refutar. Toda la edificación cuelga del aire, y todos permanecen callados para que ésta no colapse».

Mi comentario: Pero hoy el edificio está sacudiéndose, y necesitamos una nueva economía: una interacción integral. La producción es necesaria sólo para satisfacer las necesidades requeridas. La distribución es igual, de acuerdo a las necesidades de todos. El dinero no tiene valor. Para recibir las necesidades, es obligatorio que todos tomen parte en la vida de la sociedad y más importante, en la educación y el desarrollo integral. Así, la sociedad llegará a su equilibrio natural, en sí misma y con la naturaleza.
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