La vacuna ya está en cada corazón

Lo principal en la lucha contra el coronavirus es comprender la enfermedad en sí.Hasta que entendamos en qué estado estamos, no podremos avanzar a la siguiente etapa de la curación. Pues, la naturaleza no nos va a dar una cura milagrosa que nos permitirá acabar con el virus y olvidarnos de él.

El propósito de la naturaleza no es guiarnos por la enfermedad y curarnos. La naturaleza quiere que el sufrimiento que nos causa el virus nos obligue a revelar el factor humano en él, es decir, nuestra desconexión y relaciones mutuas poco amables.

Y así corregiremos nuestra actitud mutua, para preocuparnos por lo que piensan y sienten otras personas y entender lo que hay en su corazón. Si no logramos una relación así, seguiremos sufriendo del coronavirus o de otros virus que están detrás de él en una larga fila. La epidemia no terminará, porque estamos en una nueva era y estamos obligados a corregir la actitud de la gente hacia su prójimo.

Cada mal estado es resultado de nuestro odio mutuo. Entenderlo ya es el inicio del tratamiento. Si la humanidad escucha el mensaje, ya es la mitad de la cura. No se necesitan vacunas. Todos los países están tratando de ser los primeros en lanzar la vacuna contra el coronavirus, no para curar a la humanidad, sino para ganar dinero.

Esta es exactamente la acción opuesta. Todos los países quieren vender una vacuna. No se enorgullecen de que pueda salvar a la humanidad, no nos ofrecen: «¡Toma nuestra vacuna y reciba tratamiento!» Nos, dicen «Cómprala». Es decir, actuamos exactamente al revés de cómo nos dirige este golpe. Por eso, la vacuna no aportará ningún beneficio.

Pero ya tenemos una cura para el coronavirus, tenemos la vacuna. Y es muy simple: una actitud amable hacia los demás neutraliza todos los virus. ¿Querías una vacuna? ¡La tienes! Todos tienen la cura para el virus en su corazón. ¡Úsala! Es todo lo que necesitas.

Este antivirus en el corazón es amor, unidad, cercanía del corazón. Es la medicina más confiable, destruye todos los virus. Hagamos ensayos clínicos como los que están probando a las vacunas. Organicemos un grupo en el que algunos realmente empiecen a acercarse y estaremos seguros de que no se infectarán con el coronavirus.

Y en esto la mujer con su corazón de madre tiene un papel especial. Si la mujer realmente quisiera deshacerse del coronavirus y entendiera que es posible gracias a su esfuerzo conjunto, lo haría.

De lo contrario, la epidemia crecerá, porque el verano terminó y los niños regresan a la escuela. Y vendrá el momento de fiestas, reuniones festivas y oraciones. Si dejamos todo como está, no habrá fin a los golpes. La naturaleza no cederá.

Estamos en una nueva era llamada «última generación» y debemos lograr amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Esto es la cura para todas las enfermedades que ahora esperan a la humanidad, en todas sus formas. Ni siquiera sabemos de dónde llegarán los golpes, pero vendrán.

Esperamos que las mujeres de todo el mundo nos escuchen y comprendan que, en el corazón de cada uno y especialmente de la mujer, hay un poder que puede salvar a todos. Parece que nuestras relaciones no tienen conexión con el virus, con la química y la biología, pero la tiene. Nuestra relación tiene el poder oculto más alto. Por eso, sólo si nos corregimos, podremos hacer frente al virus. De lo contrario, todos sufriremos, sobre todo, las mujeres.

Entender que el virus aparece como resultado de nuestra conexión egoísta y que las buenas relaciones destruyen el virus y sirven como medicina; ya es el inicio de la cura. Las buenas relaciones son la fuente de todo bien, la falta de dicha conexión es la fuente de todo mal y el coronavirus está destinado a demostrárnoslo.

La mujer, como madre, debe enseñar a la familia a tratar a los demás con amabilidad. ¿Recuerdas lo que nos dijo nuestra madre al enviarnos al colegio o al pasear por el patio: “Sé buen niño, no te pelees y nadie te harán daño. Cruza la calle sólo por el pasaje adecuado. Cuida a los demás, ayúdalos y ellos también te ayudarán a ti «. A esto se le llama ser un «buen niño». Así que seamos buenos niños. Y las mujeres, las madres, deben decírnoslo, ¡no perdemos nada al hacerlo!

¿Por qué enseñamos a los niños a portarse bien en la calle y estamos seguros de que les hará bien? Porque sabemos que la bondad evoca bondad. Es lo mismo aquí, seamos más amables entre nosotros y veremos cómo ayuda. Si no destruye al coronavirus, ¿qué perdemos al limitar un poco nuestro ego, que nos trae tantos problemas?

Vale la pena probar la medicina que ya está dentro de nosotros. Ya existe, no necesitamos inventar nada. Y estoy seguro de que si usamos la medicina que está en nuestro corazón, derrotaremos a todos los virus.
[270601]
De Kabtv «La mujer en el nuevo mundo» 30/ago/20

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