Música del alma

Sólo podemos avanzar en la decena. Veo todo a través de mi ego, por eso, todo depende de si lo corrijo. Por eso el Creador rompió el alma común de Adam HaRishon para que yo pudiera trabajar y acercarme a mis amigos a pesar de mi ego y corregir mi percepción.

Los amigos entrarán en mi corazón y veré que detrás de cada uno está el Creador. Aparecen ante mí como mis cualidades corregidas, pero las veo corruptas en mi ego. Si trato de tenerlos directo en mi corazón, me corregiré.

Soy el único que necesita corregir mi actitud hacia la decena, hacia el mundo, hacia la realidad y a través de ella, hacia el Creador.

El Creador me da los amigos y dice: “Elígelos, este es tu buen destino, con ellos revelarás tu alma”. Debo aceptar este destino y unir a mis amigos en mi corazón y en mi mente. Esto significa que elegí el buen destino y alcancé el alma.

Si me calibro para ser bueno con mis amigos y a través de ellos, con el Creador, me afino como un instrumento musical, como las cuerdas de una guitarra, alcanzo armonía completa en su sonido. Así debo calibrarme para estar en sintonía con el grupo y empezar a jugar en él como un deseo común, un alma.

De esta manera, podremos armar nuestra oración común, como el rey David que escribió sus Salmos combinando en ellos los deseos de todo el pueblo de Israel. Estamos hablando de conexión interna y no de acciones externas. Las acciones externas sólo nos distraen y ralentizan nuestra corrección.
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De la 1a parte de la lección diaria de Cabalá 3/12/20, «Unidad por encima de todo»

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