Nacido de la colisión de opuestos

Hay sabiduría que se acumula con la experiencia de la vida en este mundo. Exploramos este mundo y naturalmente, desarrollamos las herramientas que se nos dan desde el nacimiento. A lo largo de los años y de generación en generación, nuestra mente y corazón se expanden y así avanzamos en nuestra comprensión del mundo, a través de los cinco sentidos.

Sin embargo, el mundo espiritual requiere de órganos de percepción nuevos y completamente diferentes. Primero, necesitamos adquirirlos porque inicialmente no los tenemos. Además, en el estado espiritual estamos obligados a combinar dos opuestos en nosotros mismos: mientras permanecemos como seres creados, debemos llegar a ser similares al Creador. Estas son, sin embargo, dos formas opuestas que se cancelan entre sí. Podemos ser creado o Creador. Son dos realidades diferentes.

Somos seres creados, pero debemos aceptar la forma del Creador, estando aún en nuestro mundo, eso es muy complicado. Requiere un cambio importante en nuestra estructura y percepción. Si en nuestro mundo somos guiados por nuestra mente y sentimientos que se apoyan entre sí, en el mundo espiritual es lo opuesto, uno contradice al otro.

Puede haber un mal sentimiento en un buen estado, porque revelamos la realidad por encima de nuestro egoísmo. Por lo tanto, dentro del egoísmo podemos sentir terrible, pero de hecho, es el mejor estado.

Quizás no entendamos lo que nos está pasando, pues no tenemos la visión espiritual y ese será el estado más alto. Por eso es difícil percibir y establecer nuestro estado en la realidad espiritual.

Por lo tanto, se dice que en el mundo espiritual dos opuestos están unidos en un objeto y la fe opera por encima de la razón. Requiere mucha resistencia, atención y tiempo. Gradualmente, «el hábito se convierte en una segunda naturaleza» porque dejamos que la Luz superior trabaje en nosotros una y otra vez, aceptando pacientemente todo lo que nos hace.

Incluso si parece que la Luz no hace nada, lo aceptamos también. Es decir, uno debe anularse absolutamente para convertirse en un “cero” completo. Así, avanzamos hacia el estado interior en el que nos preparamos para recibir la Luz superior, es decir, dejamos de relacionarnos egoístamente.1

Nuestra mente no puede combinar las dos líneas: izquierda y derecha, ¿cómo puede haber paz y armonía en una persona que desearía hacerse rica, pero que se encuentra en la pobreza total?, ¿está de acuerdo con su condición en la línea media, para unir así la izquierda y la derecha?

¿Cómo pueden encajar estos dos opuestos?, ¿cómo puede ser que mientras más aprende una persona, más entiende y siente? Cada vez revela más y más su ignorancia y falta de éxito, pero al mismo tiempo se regocija y reconcilia con estos dos estados en sí misma.

¿Cómo es posible que una persona que ha invertido 10, 15 o 20 años en el camino espiritual, no reciba nada y se sienta feliz? Revela que es simplemente maravilloso que, a pesar de su gran deseo, no haya recibido ninguna compensación por su egoísmo. Siente la perfección en la existencia de estos dos opuestos.

Nuestra mente no puede aceptarlo, pero en el mundo espiritual, puede elevarse a la propiedad de Biná, al nivel espiritual, simplemente combinando los dos opuestos. El estado espiritual nace de la colisión de dos opuestos: un deseo masivo y no satisfecho y la disposición para anularse. Como resultado de esta autoanulación, la persona se hace digna de recibir la Luz superior.2
De la 1a parte de la lección diaria de Cabalá 5/nov/18, clase con el tema «Trabajo dentro de la razón y trabajo por encima de la razón»”
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