No para mí, sino para el otro

Supongamos que yo querían robar algo, y sufría porque no sabía cómo hacerlo: «¿Por qué no puedo tener éxito? ¿Dónde puedo aprender el arte de robar? «Entonces, bajo la influencia de un buen ambiente, me doy cuenta de que mi deseo es malo. Por lo tanto, me encuentro en un estado de ocultamiento, no estoy de acuerdo con mi propio atributo. Mi buena imagen como «chico bueno» corregido se esconde de mí. «¿Cómo puedo ser respetado por los demás y por mí mismo, y no reprenderme yo mismo todo el tiempo?»

Así pues, progreso y aprendo sobre las formas del ocultamiento. Tan pronto como pueda ver mi imagen perfecta, a pesar de la primera aproximación, mi anhelo crea una oración. Ya sea que lo quiera o no, la oración surge de mi corazón y yo adquiero la forma deseada. «¡Eso es, yo no quiero robar más! Yo no necesito nada». Y entonces he sido llenado.

Y esto es la Luz. Hasta el momento, es la Luz de Jassadim, y aunque es inferior a la Luz de Jojmá, yo la prefiero ahora, ya que tiene otra cualidad: Yo disfruto de asemejarme al Creador.

Luego viene la siguiente fase de la corrección: Si yo no necesito nada, ¿puedo otorgarle a los demás? Entonces empiezo a trabajar. Esto se divide en varias partes. En primer lugar encuentro a quien le robé el fin de pagar la «deuda». Entonces descubro que les robé a todos.

Pero, en general, empiezo a disfrutar el hecho de que me estoy volviendo equivalente a al Creador. Yo los lleno a todos con la Luz de Jojmá y ese es el nivel de mi semejanza con el Creador.

(66945 – De la 3º parte de la lección diaria de Cabalá del 1/19/12, «El Estudio de las Diez Sefirot»)

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