Pandemia, parte 2: “Omicron”

Pasó, incluso más pronto de lo que esperábamos. Una nueva cepa de coronavirus, denominada “Omicron”, apareció recientemente y amenaza con propagarse a una velocidad aún mayor.  

El gran número de mutaciones encontradas en el virus, aumenta la preocupación de la efectividad de las vacunas existentes. Uno a uno, los países han empezado a cerrar sus fronteras y a retomar restricciones de cuarentena. 

Esto no me sorprende, porque desde el primer día que se anunció la pandemia del coronavirus, sabía que no terminaría pronto. Estamos sosteniendo una batalla con la naturaleza, al actuar en contra de sus leyes.  

La naturaleza quiere vernos a todos conectados a un solo sistema, en el que haya comprensión mutua, nos sintamos unos a otros y nos acerquemos de nuevo. Espera que apoyemos a la fuerza de este sistema, la fuerza única que actúa y quiere que avancemos en nuestro desarrollo hacia una conexión cada vez mayor. 

Sin embargo, estamos en un estado totalmente distinto. No creemos que necesitemos conectarnos, unirnos y utilizar todas nuestras fuerzas, inteligencia, sensibilidad y conocimiento científico, para beneficiar al sistema común y fortalecer la unicidad de la naturaleza. 

Por consiguiente, todo lo que hemos construido, daña y separa a la naturaleza y a la sociedad y se intensifica la batalla entre todas las partes de la sociedad y contra la naturaleza. Dado que invadimos a la naturaleza y la hacemos pedazos, recibimos su reacción en forma de erupciones volcánicas, tsunamis, hasta virus muy peligrosos.  

Todos estos fenómenos se manifiestan debido a la falta de equilibrio entre todas las partes de la naturaleza, que no están compensadas por los esfuerzos humanos y que, por el contrario, han sido exacerbadas en extremo por los humanos. Por lo tanto, no es de sorprender lo que está pasando y específicamente en nuestros días, en los que, según la sabiduría de la Cabalá, estamos entrando a una era que se conoce como “la última generación”. 

Es una respuesta de la naturaleza a nuestras acciones, que nos alejan cada vez más del objetivo de la conexión universal en un solo hombre con un corazón. Finalmente, es inherente en la base de la naturaleza. No importa cuán ingenuo pueda escucharse, la naturaleza necesita que cumplamos con esta condición, pues la naturaleza es integral y global. Si nos desarrollamos en la dirección opuesta, nos enfrentaremos a sus golpes.   

Esto no quiere decir que la naturaleza nos castigue, aún cuando Baal HaSulam escribe que la naturaleza, como juez duro, nos castigará. Con estos golpes, sólo trata de regresarnos al equilibrio. Esperemos que eso ayude. 

Aunque hasta hoy no veo la reacción correcta a los golpes de la naturaleza, es decir, una mayor conexión y unidad de la sociedad, construida en apoyo mutuo.

En lugar de actuar en favor de una sociedad corregida y buscar el estado de un hombre con un corazón, especialmente ahora, en la última fase del desarrollo humano, cuando tenemos que alcanzar una conexión perfecta, estamos cada vez más separados. Consecuentemente, recibimos una reacción negativa de la naturaleza, ante nuestras acciones equívocas.  

Antes, la naturaleza no reaccionaba de forma tan sensible a nuestros errores, peleas y crímenes. Era una época distinta y una sociedad subdesarrollada; y por lo tanto, no sentíamos su reacción. Hoy, sentimos las reacciones terribles y negativas, en todos los niveles: inanimado, vegetal, animal y entre la gente y eso pone en peligro nuestra existencia en el planeta Tierra. 

Esta reacción será cada vez más fuerte. La pandemia, no terminará a menos que otra la reemplace o incluso un problema más doloroso, considerando que no estamos sacando las conclusiones correctas.  

La nueva cepa se está extendiendo incluso más rápido que las anteriores. Es natural, justo como cuando el niño no escucha, primero los padres lo intentan persuadir, luego, lo castigan, después le pegan suavemente y si nada ayuda, el padre tiene que usar un cinturón para que el hijo finalmente obedezca. El padre está obligado a educar a su hijo, para que, al crecer no sea un criminal. 

Así nos obliga la naturaleza. La naturaleza es global e integral y necesita que nosotros, conscientemente, de forma científica y racional, también cumplamos con esta regla de conexión integral entre todos nosotros. La naturaleza quiere que construyamos estos sistemas en la sociedad humana, por nosotros mismos. 

La naturaleza inanimada, las plantas y los animales, siguen instintivamente esta regla, hasta que el hombre interfiere con su conducta y la corrompe. Sin embargo, mientras más pronto se corrija el hombre, uniendo a toda la humanidad, las otras formas de la naturaleza también alcanzarán el equilibrio y el mundo se tranquilizará. No sólo nosotros, todo el universo de pronto logrará descanso.
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De Kabtv “Conversación con periodistas” 28/nov/21

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