Mientras más descienden los Partzufím, distanciándose más de la perfección del mundo del Infinito, más se dividen. La diferencia entre los lados derecho e izquierdo, las partes superiores e inferiores, las partes frontal y posterior, las partes masculina y femenina, se vuelve más clara y más significativa.
Cuando hay perfección, todos son perfectos en sus acciones, no obstante por supuesto, cada uno a su manera. Cuando hay perfección, todos son iguales. Si alcanzamos la inclusión mutua de las almas, incluso el alma más diminuta alcanza todas las otras almas y no hay diferencia entre ellas. Cada uno alcanza toda la Luz del Infinito, pero en su propia manera, lo cual es precisamente su virtud.
Por lo tanto, mientras los objetos espirituales más bajos descienden, más complejos aparentan ser, al consistir de diferentes partes. Al principio todas esas partes estaban en el mundo de Infinito, y en general parecía no haber diferencias entre ellos. Entonces comenzaron a volverse ligeramente diferentes: uno estaba un poco más a la derecha y el otro a la izquierda (desde el punto de vista de la Luz de Jasadím), o arriba vs abajo (desde el punto de vista de la Luz de Jojmá), o en el frente vs en la parte posterior (desde el punto de vista de los Kelím).
Aparecieron todo tipo de formas diferenciadas, que indican una falta de perfección, que debe ser compensada. En el mundo de Atzilút esas cualidades se vuelven muy notorias: en Átik es imposible detectar alguna diferencia, en Árij Ánpin ya son ligeramente aparentes, y en Aba ve Íma las divisiones son muy claras, las partes frontal y posterior, arriba y abajo (Aba ve Íma y IESHSÚT).
Sin embargo, ZON es ya dos diferentes Partzufím: Zeir Ánpin y Núkva, las cuales requieren grandes correcciones para completar una a la otra. Nosotros, las almas, estamos completamente divididos uno de otro mediante un odio horrible, rechazo, y un enorme abismo entre nosotros. No hay más la consideración de completarnos uno a otro en ninguna manera. Debemos primero tomar consciencia de nuestra maldad y entender cuan divididos y distantes somos, después desear acercarnos, y entonces encontrar un medio para ello y a Aquel que puede ayudarnos.
Nos quebramos y perdimos la consciencia. Todo lo que podemos hacer es pedir ayuda, si es que podemos. Por eso existe una escalera de mundos, que son grados de discernimiento de las faltas y la separación entre todos sus componentes.
Y existe una ley inversa operando aquí. Si lo vemos de arriba hacia abajo, entonces la diferencia entre las partes masculina y femenina (Zajár y Nekevá), el Creador y la creación, otorgamiento y recepción, se revela más y más. Pero al ascender de nueva cuenta, revelamos esta diferencia más y más, considerándonos totalmente justos al principio, y después descubriendo una diferencia cada vez más grande entre nosotros y el otorgamiento hasta que lo revelamos todo. Así, terminamos con dos triángulos opuestos.
Al, ascender, entonces revelamos un número de detalles cada vez más grande en los mundos, los cuales la Luz ilumina para nosotros. El nivel superior en relación al inferior es como el mundo entero ante un pequeño grano de arena de acuerdo al número de partes constituyentes y su cualidad.
(32311 – De la 3º parte de la lección diaria de Cabalá del 1/9/11, Talmud Eser Sefirot)
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