No sólo tenemos una oportunidad de obtener el libre albedrío, sino que simplemente debemos hacerlo. Nadie será capaz de evitarlo puesto que todas las fuerzas de la naturaleza están empujando y tirando de nosotros hacia él. Tú, todos los demás, cualquier persona en el mundo, todos tienen que realizar su libre albedrío de alguna manera.
Dos caminos yacen ante nosotros: el camino de la Luz (el camino de la Cabalá) y el camino del sufrimiento. La elección debe hacerse a cada instante. No asumas que una vez que te encuentres en una encrucijada y elijas ir a la derecha o a la izquierda, seguirás en ese camino.
Me moví un metro hacia adelante en algún camino y, ahora, estoy de nuevo frente a una elección, permanezco en el cruce una vez más. Hice mi elección, di un paso en este camino, y me encuentro en otro punto de la encrucijada donde hay que elegir de nuevo. En cada paso, se me da la libertad de tomar una decisión, y los mismos dos caminos se abren ante mí.
Tengo que seguir eligiendo entre ellos, cada momento, de un estado a otro, en cada nuevo punto por el que he avanzado al construir una línea a partir de ellos, un camino hacia mi corrección final, Gmár Tikún.
En cada nuevo punto, tengo que decidir en qué dirección me moveré, y puesto que un punto es un círculo, elijo entro todos los 360 grados. Sin embargo, en esencia, todas estas direcciones se unifican en dos posibles opciones: el camino de la Luz o el camino del dolor.
(36032 – De la 1º parte de la lección diaria de Cabalá del 18 de Febrero del 2011, Escritos de Rabash)
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