Una conexión continua

Dr. MIchael LaitmanYo necesito organizarme en mi trabajo interno para reaccionar de forma correcta ante cualquier condición que se manifieste en mí. Con el fin de hacer esto, necesito estar en contacto con su causa, este viene del Creador, y en consecuencia: Debo regresarle esta condición a Él. Y en el medio, organizo correctamente la recepción y el otorgamiento. Yo acepto que «No existe nadie más aparte de Él» y que «todo viene para mi propio beneficio», y al final, bendigo todo lo que ocurre con mi deseo.

En vez del análisis de » amargo – dulce», utilizo el análisis de «verdadero – falso», me relaciono con verdad con respecto a lo que sea que esté pasando, y lo regreso al Creador con gratitud. Esto es llamado que me he corregido a mí mismo a través del círculo.

¿Cómo es esto posible? Yo descubro en el proceso que no entiendo lo que quiera que esté sucediendo, y es por esto que necesito pedirle al Creador la Luz de entendimiento. Entonces necesito procesar esta condición de forma apropiada, es decir que pido fuerza. También necesito tener una conexión con el Creador con el fin de desarrollar una actitud apropiada hacia el acontecimiento. Resulta que incluso después de haber recibido algo de Él, debo estar conectado constantemente con Él en mi trabajo. De lo contrario ¿cómo proceso apropiadamente los datos?

Después de todo, todo lo que tengo es del deseo de volverme como el Creador, de conectarme con Él, y ¿dónde está el trabajo? Este es el trabajo, ¿qué más puede haber además de esto?

Por supuesto, el grupo también es parte de esto. Sin el grupo no sé cómo acercarme a lo que he recibido del Creador. Después de todo, yo debo acercarme al estado que he recibido del Creador con mi vasija, llamada la vasija de otorgamiento, con el fin de procesar el estado con mi mente y sensación.

El grupo me da la importancia del Creador, de lo contrario ¿cómo puedo considerarlo?

Yo recibo del grupo la actitud apropiada tanto hacia el Creador como hacia mi acción. Este es nuestro trabajo.

(28563 – De la 3° parte de la lección diaria de Cabalá del 26 de Noviembre del 2010, Talmud Eser Sefirot)

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