Buscando a los hermanos

thumbs_laitman_740_01De Rabash, artículo «Amor de amigos«: «Y el hombre le preguntó, diciendo: ¿Qué estás buscando?», es decir, «¿Cómo puedo ayudarte?» «Y él dijo: «Busco a mis hermanos». Al estar junto a mis hermanos, es decir, al estar en un grupo donde hay amor de amigos, yo seré capaz de remontar el sendero que conduce a la casa de Dios.

«Y el hombre dijo: «Ellos se han ido de aquí». Y Rashi interpreta que ellos mismos se marcharon de la hermandad, lo cual significa que no quieren relacionarse con ustedes. Esto, al final, provocó el exilio de Israel en Egipto. Y para ser redimidos de Egipto, debemos tomar esto sobre nosotros mismos y entrar en un grupo que quiera estar en el amor de amigos, y con ello seremos recompensados ​​con el éxodo de Egipto y la recepción de la Torá.

Nosotros debemos entender todo lo escrito en la Torá en su auténtico sentido espiritual. No es importante qué pasó con sus personajes reales, ya que los cuerpos no tienen importancia. La materia de la creación es un deseo de fue roto deliberadamente en muchos pedazos. Nosotros tenemos que encontrar por medio de qué fuerzas, programas, demandas, efectos, ajustes y acciones pueden conectarse nuevamente todas las piezas en un solo deseo.

Tenemos que mirar sólo nuestros deseos y buscar cómo conectarlos entre sí. Cada uno quiere algo diferente, porque de lo contrario estaríamos unidos en un solo deseo. Pero debido a que somos diferentes, sólo podemos conectarnos en intención por encima de los deseos por medio del apoyo mutuo.

Nosotros tenemos que sentir los deseos, las necesidades, las expectativas y las metas de nuestros amigos, y ayudarles a alcanzar sus objetivos con lo mejor de nuestras capacidades. Debemos ayudar a nuestros amigos a implementar sus deseos; esta es la única manera en que puede lograrse la unidad.

A pesar de que ninguno de nosotros es como el otro y cada uno es muy diferente, aun así todos nos esforzamos por ayudar a los demás. Y así, repentinamente vemos que al elevarnos por encima de nuestros deseos con la intención de ayudar a los demás, nos conectamos. La unidad no ocurre en los deseos; sucede en la intención. Por lo tanto, construimos una nueva vasija de intención que está por encima de nuestros deseos. Es como la cabeza (Rosh) del Partzuf.

Cuando nos damos cuenta de que este trabajo no está en los órganos corporales o dentro de nuestros deseos, sino sólo en las intenciones, entonces comenzamos a sentir la necesidad de los amigos. Es por eso que está escrito lo siguiente en la Torá acerca de José: «Yo busco a mis hermanos». En este caso, se vuelven vitales para nosotros.

Si nuestra aspiración es correcta, se nos concede la unidad. Anteriormente, nunca pensamos que podríamos alcanzar la unidad, ni nos esforzamos alguna vez por ella hasta que se manifestó en nosotros la propiedad llamada «Yosef». Esta propiedad recoge (Osef) todas nuestras intenciones. En este momento, estamos actuando con la ayuda de esta fuerza llamada Yosef (José) que actúa entre nosotros.

Nosotros elevamos a José por sobre todas las cosas; la extendemos más allá de nuestro egoísmo y la dejamos gobernar nuestra naturaleza; en otras palabras, su reinado se impone sobre nosotros nombrándolo el asistente principal de Faraón (del deseo de recibir). El deseo de recibir es nuestra naturaleza, y José se encuentra por encima de ella para controlar este deseo y reinar sobre todo este deseo sobre todo Egipto.

En este punto, somos capaces de trabajar correctamente con nuestro deseo de recibir placer. Este período es llamado los siete años de la saciedad. Esta es la medida completa que posiblemente revela nuestra unidad bajo el liderazgo de José.

Después de eso, desciende a Egipto (es decir, entra en el deseo de recibir) un peldaño superior llamado Jacob, debido a que éste empieza a adquirir una estructura que conecta juntos a todos los hermanos, a todo tipo de deseos. Así es como se construye por encima de los deseos una vasija llamada Joseph.

Dado que nosotros seguimos trabajando con el deseo de recibir en los niveles superiores, nos llegan siete años de hambre, se construyen las ciudades pobres Pitóm y Ramsés. Se nos vuelve claro que es imposible lograr la unidad dentro de un deseo incompleto. Entonces viene el período de hambruna, la imposibilidad de utilizar el deseo de recibir para alimentarlo sin mantenerlo bajo la pantalla, bajo el gobierno de la fuerza de otorgamiento.

Después se hace posible adquirir y trabajar con la pequeña fuerza del deseo (Aviut). Cuando se incrementa la Aviut, es decir, cuando surge un nuevo rey que no conocía a José en Egipto, este trabajo se hace imposible nuevamente, puesto que se revela un deseo de recibir más grande como resultado de ruptura. La propiedad de José desaparece, y aparece un nuevo escenario llamado Moisés, para continuar con el proceso de corrección.

Todo se centra en torno al hecho de recolectar y juntar de los fragmentos de los deseos. Pero dentro de ellos crece una fuerza que es opuesta al deseo de recibir, la intención de otorgar, como asistencia por medio de la regla de opuestos. Cada vez decidimos qué es más importante para nosotros, por lo tanto avanzamos hasta el punto de darnos cuenta cuán esencial es la Fuerza Superior que nos controla. Entonces, nos elevamos por encima de nuestro deseo de recibir placer y nos reunimos en el Monte Sinaí.

(130881 – De la preparación para la lección diaria de Cabalá del 3/24/14)

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