Derribando la barrera

El problema al sentir el mundo espiritual, es decir el volumen total en el cual existimos hoy, es el problema de su percepción.

Ahora estamos también dentro de este volumen, junto con nuestra naturaleza, la cual está oculta de nosotros. Sin embargo, sentimos sólo una pequeña parte de esta con nuestros sentidos corporales, terrenales.

Tenemos que sintonizarnos de manera que podamos sentir no sólo lo que entra en nuestro pequeño deseo egoísta. Después de todo, es suficiente que el egoísmo desee algo y de pronto perciba lo que no percibíamos antes.

Por ejemplo, cuando comienzo un nuevo trabajo, comienzo a trabajar con nuevos materiales y nuevos fenómenos, y algún tiempo después comienzo a sentir aquello con lo que estoy trabajando. Estamos sintonizándonos con una percepción más fina, creando modelos internos de fenómenos y objetos con los que estamos tratando. Por ejemplo, un trabajador metalúrgico siente un metal por su sonido y por el movimiento del cincel. De la misma manera, las personas conectadas con  la naturaleza la entienden a través de signos con los que no estamos familiarizados.

Estamos creados de tal manera que el mundo que nos rodea es trazado en nosotros como un sistema coordenado tridimensional. ¿Pero realmente es así? Otras criaturas perciben el mundo de una manera completamente diferente: a través de olores, ondas calóricas, ondas de ultrasonido, etc. Sin embargo, no importa cuánto expandamos el rango de nuestra percepción en este mundo, siempre nos topamos con la misma restricción: nosotros mismos, nuestra capacidad de recibir o absorber dentro de nosotros.

De esta manera limitamos nuestra percepción y no sentimos el enorme mundo que nos rodea. Gradualmente comenzamos a acercarnos a entender esos fenómenos, o al menos  la sensación de que realmente es así. Sin embargo, es difícil para nosotros soportar esto y trabajar con este difícil problema porque así es como nuestros cuerpos están construidos.

Así, como resultado de nuestro desarrollo terrenal, se vuelve claro para nosotros que estamos simplemente ciegos. No vemos dónde estamos o cómo vivir. Esto nos lleva a sentir un sufrimiento enorme, que se acumula más y más. Por una parte nos desarrollamos, mientras que por la otra no sabemos dónde y cómo, o qué hacer con nosotros.

Como resultado se vuelve simplemente necesario que derribemos la barrera que nos separa del mundo real. Es necesario que entendamos porque no podemos continuar existiendo de esta manera. Vemos ya que existe una cierta barrera sicológica aquí. Ya sea que esté dentro o fuera de nosotros, tenemos que superarla.

(De la lección diaria de Cabalá del 1/16/11, Escritos de Rabash)

Material Relacionado:
La pared interna
Yo pido y el Creador ejecuta
Cuando el mundo se comprime en un punto.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *