Estamos acostumbrados a trabajar de acuerdo con una mente y corazón egoístas que juntos son considerados como la inclinación al mal (Yetzer HaRa). Es malo porque cuando descubro cómo opera, me doy cuenta lo opuesta que esta mi mente y corazón al amor, la eternidad y perfección. Por eso es que llamo a mi naturaleza mala, ya que me está impidiendo alcanzar el bien.
Nuestra naturaleza egoísta es definida por nuestro esfuerzo para recibir por nuestro bien, para colmarnos a nosotros mismos. Sin embargo, el buen deseo o la inclinación (Yetzer HaTov) es amor y otorgamiento. Estas dos fuerzas opuestas de recepción y otorgamiento me son reveladas por la Luz que atraigo mediante el estudio de la Cabalá y uniéndome con los amigos.
Para ascender de nuestra naturaleza a una superior es posible únicamente cambiando la importancia desde la recepción al otorgamiento. La no importancia se considera desecho, y lo importante como sustento. De acuerdo a este principio, nosotros construimos la Sukka (cabaña). Mi estado de existencia es considerada como «casa» o una vivienda sólida y confiable para el egoísmo. Otorgamiento se considera como una «vivienda temporal» o Sukka. Así que elijo en qué propiedad estoy queriendo existir: la casa egoísta o el refugio altruista.
Hay llenado en ambas. En el primero, me siento colmado a través de la recepción y en el segundo a través del acto de otorgar. Por lo tanto, la clave es lo que veo como sustento y lo que yo considero deshecho. Yo construyo mi casa con lo que más valoro.
Este tipo de discernimiento puede lograrse únicamente a través del estudio de la Cabalá
Y a través del grupo. Por lo tanto, está escrito que el techo de la Sukka es construido a partir del «desecho de granero y la cava». El vino representa la Luz de Jojmá (Sabiduría), y el granero (pan) representa la Luz de Jassadim (Misericordia). El desecho del granero y la cava no son importantes para nosotros. Pero si yo deseo otorgar a fin de ser similar al Creador, entonces ellos se convierten en más importantes para mí que el pan y el vino.
Tenemos que construir nuestro nuevo estado de existencia de ellos en particular, para que se conviertan en nuestra cabeza, techo, y el compás que marque el rumbo para nosotros.
Entonces, vamos a alcanzar la espiritualidad. Todo lo demás pierde su importancia para nosotros.
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Eso es lo que representa la Sukka.
(21905 – De la tercera parte de la lección diaria de la Cabalá del 24 de septiembre 2010, extractos seleccionados para Sukkot.)
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