Engaña a tu ego o este te engañará

El «desierto» al que entro cuando salgo de la servidumbre egoísta es el grupo. Estar en otorgamiento mutuo y sentir placer del hecho de que otorgas a todos es un auténtico «desierto» y «pan de aflicción» (Matzot, pan sin levadura) para mí.

Si pudiera recibir placer egoísta del otorgamiento, encantado daría con el fin de recibir.

Pero no puedo dar «con el fin de otorgar,» sin ningún beneficio personal. Soy incapaz de actuar de esta manera; no puedo mover un dedo «con el combustible del otorgamiento.» No recibo ningún sustento de esto, ¿Así que cómo puede una maquinaria funcionar sin combustible, sin electricidad?

La recepción egoísta me da una energía enorme de todos tipos, calorías, watts, pero el otorgamiento no da nada. Muevo mi mano para recibir, pero tan pronto como descubro que es otorgamiento, me congelo y no puedo moverme más. En ese momento cuando, a mitad de la acción, descubro que está dirigida hacia otorgar, me congelo, inmóvil, y no puedo hacer nada. Puedes gritarme, «¡Vamos!, ¡Hazlo! ¡Sólo un paso más!» pero no puedo aceptarlo.

Por lo tanto, somos incapaces de ver la belleza del mundo espiritual y comenzar a desearlo desde nuestro Egipto. Sólo el grupo nos imbuye con la suma importancia de la espiritualidad; engaña a nuestro ego haciéndole creer que se sentirá bien en la espiritualidad.

Ya que estamos conectados internamente y nos influimos unos a otros, acepto esta mentira justo como solía aceptar las mentiras del mundo corporal que me prometió placeres, manipulando mi orgullo, lujuria, y ambición. De pronto comienzo a desear la espiritualidad tan fuertemente que estoy listo para abandonar todas mis posesiones egoístas, las «florecientes ciudades de Pi y Ramsés» llenas con ollas de pescado y carne y huir al desierto con un saco de harina en mi espalda.

Entonces, todo nuestro trabajo yace en convencernos entre nosotros de que el mundo espiritual es lo mejor que puede haber afuera. Esto es así incluso si en relación a nuestros deseos egoístas actuales, la espiritualidad es un absoluto desierto y el pan de la aflicción.

Así que, no desesperen en los estados de descenso ya que son estados auténticos que se supone que vengan antes del punto de la apertura. Por una parte, yo evalúo de manera realista la situación y me doy cuenta de que no deseo otorgar; lo odio y lo resiento. Aun así, es tan importante que quiero alcanzarlo pase lo que pase y veo la vida sin espiritualidad como peor que la muerte. Esta actitud en mí es generada por la sociedad.

(25448 – De la cuarta parte de la lección diaria de Cabalá del 31 de octubre 2010 – Esto es para Yehudá.)

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