El mayor ataque cibernético de la historia: 200 mil personas en 150 países se vieron afectadas. El ataque no sólo causó muchos problemas, sino que también amenazó la vida de la gente.
Los hospitales ingleses no pudieron realizar cirugías y las computadoras de los operadores ferroviarios en Alemania y Rusia fueron hackeadas. Bancos, empresas, instituciones estatales y particulares, también sufrieron.
La investigación apenas comienza, pero no importa quién estuvo detrás de esta acción ni el objetivo que perseguían, recibimos una instructiva lección.
Si, los atacantes pueden dañar fácilmente a un gran número de personas y pueden inmovilizar servicios y sistemas de soporte vital. Líneas aéreas, servicios públicos; como sistemas de control de semáforos, pueden convertirse en víctimas del chantaje.
La tecnología nos ha atado en un solo nudo y la sociedad no tiene soluciones efectivas contra los desafíos emergentes. El desarrollo social está rezagado con respecto al técnico. Las computadoras nos han dado muchas oportunidades, pero en manos irresponsables pueden convertirse en armas de destrucción masiva.
Y el problema no está en ellas; está en nosotros, ¿podemos tomar control de nuestra propia naturaleza, que en un mundo de comunicación global sigue buscando sólo el intereses personales y maniaticamente busca beneficios a expensas de los demás?
Hasta que comencemos el proceso de educar al Hombre (Adam) en nosotros, todos dependeremos de ese mono que posee la «granada» de nuestros logros. Solamente el Hombre usará correctamente la conexión global del mundo y la usará en beneficio de todos.
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