Baal HaSulam, «Introducción al Libro del Zóhar«, artículo 19: … todas las agonías de nuestro mundo no son más que manifestaciones ofrecidas ante nuestros ojos para llevarnos a que revoquemos la mala Klipá del cuerpo y que asumamos la forma completa del deseo de otorgar. Y es como hemos dicho, que el camino del sufrimiento en sí mismo puede llevarnos a la forma deseada.
Nuestro deseo corrupto tiene que desarrollarse, es decir, cambiar en el curso de su evolución. Mientras se desarrolla, éste se esfuerza por los placeres en tanto que esta búsqueda no deje de satisfacernos. Ahora, por el contrario, éste nos trae problemas y dificultades.
Las aflicciones varían. En parte, éstas ocurren porque el deseo no puede llenarse a sí mismo, lo cual todavía no es tan aterrador. Sin embargo, en adición, el deseo sufre por sus propios vicios. En otras palabras, el deseo sufre no sólo porque experimente una falta de llenado, sino también porque siente una falta de vitalidad. Una cosa es cuando no hay abundancia, pero es completamente diferente cuando hay una deficiencia de las cosas esenciales. Esto a la larga lleva a la muerte.
De esto vemos que el deseo puede ser dirigido con precisión hacia cualquier cosa. Los sufrimientos obligan a las personas a huir de ellos, es decir, los sufrimientos nos dirigen exactamente hacia donde debemos estar. Estos no definen la meta, simplemente nos alejan de ellos.
Pero hay otro camino, el camino de la Torá. Éste revela el propósito del hombre, el cual define la meta sin recuerdos dolorosos. El estado en el que me siento mal (el mal estado) me empuja hacia un lugar en el que el sufrimiento deja de ser la fuerza motriz principal. Yo me alejo de éste a una distancia de, digamos, L1. Me detengo allí, y entonces, una nueva ronda de dolor me empuja de nuevo a una distancia segura de L2, únicamente para detener los tormentos.
Este tipo de movimiento browniano puede tomar años y generaciones. Es el camino del sufrimiento.
Por otra parte, en el camino de la Torá, yo persigo su propósito en forma buena, pacífica, de la manera más rápida, a través de 125 grados.
(82055 – De la 4º parte de la lección diaria de Cabalá del 3 de Julio del 2012, «Introducción al Libro del Zóhar»)
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