El temor debe ser al hecho de poder deleitar al Creador. Esto no puede suceder antes de que alcancemos la garantía mutua y antes de que todos se preocupen, en otras palabras, es el temor de constatar si se preocupa por los demás. Yo no puedo volverme hacia el Creador antes de eso. Él sólo puede ser una meta, mientras que mi preocupación por los demás es la condición que me ayuda a enfocarme en esa meta. Pero no funciona sin eso, como se nos ha dicho: «Del amor de los seres creados al amor del Creador».
Nosotros tenemos que organizar nuestro trabajo para que sea claro que estas dos cosas están conectadas y que existe uno dentro de la otra. Con el fin de enfocarme en el Creador, yo necesito la intención por medio de la cual los tres componentes se conectan en una línea: el ojo, la primera mirilla y la segunda mirilla. Sólo mediante la conexión de estas tres partes, Israel, la Torá, y el Creador, puedo apuntar y alcanzar la meta.
Es imposible apuntar cualquier otra manera. Si tuviera un ojo y una mirilla, podría volver el arma hacia donde yo quisiera. Sólo puedo cambiar el eje, una línea recta que se extiende desde mí, desde mi ojo, si enfoco al grupo y a través de él al Creador.
Entonces yo puedo revisar el temor, compruebo si realmente me preocupo por todos o si sólo pienso en los amigos, si todo mi trabajo realmente es a fin de otorgar, si acerco más a ellos, si me preocupo por la igualdad y la conexión en el grupo, como un padre que se preocupa por todos sus hijos y siente que él es menos importante que ellos. Ellos son lo más importante para él; son sus amos. Sus deseos determinan las acciones de él.
Así es como debemos sentirnos todos los miembros del grupo. Si trabajamos de esta manera, entonces no haremos el trabajo en el plano físico, sino en el espiritual. La Luz comenzará a pasar a través de nosotros, entonces cumpliremos el método de la Cabalá en el mundo. Esto se debe a que el mundo entero son las partes de nuestra alma. No tenemos otra opción, tenemos que llevarle la Luz al mundo y corregir estas vasijas.
Entonces, estas vasijas, estas personas, vendrán corriendo hacia nosotros por su propio deseo de conectarse con nosotros. Ellas sentirán que tenemos llenado para ellas en comparación con el amargo exilio en el que están viviendo ahora.
Así debe ser el correcto llenado. Todos deben estar mutuamente conectados entre sí, es decir que yo me preocupo por todos tanto como me sea posible, para que ellos puedan tener lo que necesitan. En tales condiciones, cada uno recibirá la Torá, lo cual significa que, en respuesta a las acciones de la persona, la Luz iluminará y lo resolverá todo: tanto las conexiones internas con los amigos como la conexión de todo el grupo con el mundo externo.
Sólo entonces tendremos la Torá, la Luz que Reforma, sólo si al menos nos inclinamos hacia la garantía mutua y todos se preocupan por los demás. En ese caso, la Luz opera en el grupo y éste tiene el poder de diseminarle ampliamente al mundo.
De lo contrario, «es mejor sentarse y no hacer nada», dado que ¿con qué podrían salir ustedes hacia el público? Si no arreglan bien las cosas, en realidad pueden llevar a cabo acciones opuestas a la Luz. Esto es debido a que la Luz siempre trabaja de forma automática de acuerdo a las vasijas y a la forma en que ellas estén organizadas, ya sea correcta o no. Esta les mostrará sus errores, es decir que ustedes comenzarán a avanzar por el camino del sufrimiento. De esta forma puede ser muy difícil y desagradable, especialmente cuando tales errores se propagan en una gran multitud. Así que nuestro trabajo tiene que ser muy meticuloso y preciso
Material Relacionado:
Un medio para fortalecer la conexión en el grupo
De la difusión externa a la revelación del creador
La conexión entre los grupos es la corrección del mundo