Los gozosos invitados le agradecen al anfitrión

Dr. Michael LaitmanRabash, «El asunto de Yeniká e Ibur: «… es decir que él no tiene que ver que tendrá felicidad en el trabajo, por el contrario, lo que tiene que ver es que él tiene que prepararse para saber para quién está trabajando y cuál es su importancia, y la alegría es el resultado de esto, lo cual significa que si no tiene alegría en el trabajo, no tiene ni idea de la importancia del Creador, y entonces tiene que corregirse a sí mismo en el asunto de la fe.

Las fuerzas se toman a partir del reconocimiento de la importancia y de la grandeza del Creador, de la meta, de comprender para quién trabajamos, a quien nos acercamos y a quien nos volvemos similares. Acercarnos sólo es posible debido a la equivalencia de forma, pero ¿de dónde podemos tomar las fuerzas que nos permitan trabajar en contra de nuestra naturaleza? Sólo a partir del entorno. Es por eso que la grandeza del superior sólo depende del entorno, y nosotros tenemos que trabajar en ello.

Si se trata de un deseo egoísta usual, entonces creamos una religión. La religión está basada en la grandeza e importancia de un objeto venerado entre las masas, a pesar del hecho de que no les sea familiar, ni haya sido revelado o entendido. Por el contrario, precisamente por el hecho de no ser entendido ni revelado, y que ni siquiera sea una meta, se le llama fe, la cual es ciega y no conduce al alcance. Es por ello que cuanto más simple sea la persona, mayor y más justa se considera en la fe, porque ella está dispuesta a ser leal y a no tener ningún conocimiento.

Sin embargo, la Cabalá establece para nosotros otra meta: «¡Conoce a tu Creador y trabajar por Él!» Es decir, tenemos que conocerlo, revelarlo a Él. Este es precisamente el propósito de la creación: que seamos felices y disfrutemos de la sensación de cercanía con nuestro Rey hasta el punto de plena adhesión. Adhesión significa el completo alcance de toda la altura de la Creación que ha alcanzado semejanza con el Creador. Ellos se vuelven iguales a los demás.

Así que aquí tenemos un trabajo completamente diferente. El alcance de la grandeza del superior se produce en dos etapas. En la primera etapa nosotros hablamos acerca de la grandeza de la meta, del Creador, a quien queremos revelar, de la fuerza superior, aparte de la cual no existe nada más, e impresionar a los demás. Nosotros nos inspiramos al acercarnos a la revelación de esta cualidad elevada que existe entre nosotros, oculta por el momento, pero que se revelará pronto.

Esto no es solo inspiración como en un éxtasis religioso, sino que atrae para nosotros la Luz Circundante. Esta es una gran diferencia. Estamos impresionados por la grandeza del Creador y nos acercamos a Él de acuerdo a nuestro deseo de ser semejantes a Él, es decir, de eliminar en nosotros el poder de la inclinación al mal e ir bajo la potencia de la buena naturaleza del otorgamiento. Como está escrito: «Aun si ellos Me hubieran abandonado, pero hubieran mantenido mi Torá, pues al ocuparse de sí mismos, la Luz que ella contiene los habría llevado de vuelta al camino correcto».

No sólo queremos revelar al Creador, la fuerza de otorgamiento y el amor en nosotros, sino que realmente deseamos ser cambiados debido a Su Luz y fuerza. Es por eso que creamos artificialmente en nosotros la opinión de Su grandeza, que en esencia es una farsa porque nosotros no lo sentimos así. Sin embargo, sabemos que estamos inmersos en nuestro egoísmo, en el deseo de disfrutar, y es por eso que no tenemos otra manera de crecer, sino trabajando en contra de la situación actual. Todo esto lo hacemos con toda intención y bajo nuestro control.

Es por eso que en la comprensión usual, la fe significa cerrar los ojos y no tratar de conocer ni alcanzar nada. La persona recibe la fuerza de su egoísmo, del entorno egoísta que le permite actuar con la esperanza de una gran recompensa. El entorno le promete el Jardín del Edén, y todo tipo de recompensas en esta vida y en vidas futuras.

La sabiduría de la Cabalá nos enseña todo lo contrario, porque, tal como está escrito, «La opinión de la Torá es contraria a la opinión de las masas egoístas». Nosotros no buscamos los valores comunes, sino que queremos que gobierne en nosotros la fuerza del otorgamiento y amor por el otro. Es por eso nosotros le llamamos fe a la fuerza de otorgamiento. «Creer en el Creador» significa otorgarle a Él como el invitado agradecido al anfitrión. Por lo tanto, nos volvemos iguales a Él.

Además, cada vez que nos elevamos, necesitamos de nuevo que el entorno apoye la opinión de que el Creador es grande. Sin embargo, esto no es claro para nosotros en absoluto. Es necesario sólo con el fin de atraer hacia nosotros mismos la Luz Circundante que nos dará el atributo de otorgamiento y nos permitirá elevarnos por encima de nuestro egoísmo, sentir el otro. El atributo de otorgamiento, la propiedad de Bina, es llamada fe.

Ustedes puedes comprobar su alegría desde este punto de vista: ¿Es el resultado de las buenas obras como debe ser, es decir, la acción de otorgamiento, fe por encima de la razón? Esto significa que el otorgamiento debe estar por encima de la recepción, por encima de nuestro deseo egoísta, o ¿sentimos alegría porque disfrutamos de nuestro egoísmo? Entonces, es alegría egoísta, el gozo del egoísmo dominante. Todo depende de lo que gobierna en nosotros. Esto es lo que debe ser revisado.

 (110458)
De la preparación para la lección diaria de Cabalá del 10/6/13

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