Mitigando la ilusión de la ruptura

La pregunta que no será silenciada y tiene que ser respondida con un «golpe a la quijada» es la pregunta de quién es más importante: ¿el Creador o Yo? ¿El prójimo o Yo? ¿La fuerza de otorgamiento o la fuerza de recepción?

Si esta pregunta permanece claramente ante mí y entiendo que si progreso o caigo en un fiasco depende de que yo obtenga una respuesta clara, entonces la necesidad del apoyo constante del entorno se vuelve obvia para mí. Pero por otra parte, ¿qué es el entorno? ¿Y qué clase de apoyo me da? En esencia recibo mis propios Kelím, o deseos al grado en que quiera acercarlos a mí. Después de todo, toda la realidad está en mí.

Al trabajar con el entorno, lo elevo ante mis ojos y en el encuentro la importancia del Creador. En esencia se me ha dado la fuerza de la ruptura para que me ayude a trabajar en mí mismo de esta manera.

Mi «yo,» el cual incluye toda la realidad, se divide en dos partes:

  1. la parte donde me experimento a mí mismo
  2. la parte que experimento como el mundo, otras personas, y todo lo que está fuera de mí.

¿Porqué el Creador me dividió en dos? fue para hacer que yo corrija más fácil la parte que está fuera. Elevo su importancia ante mis ojos al despertar la importancia de los amigos y motivarlos a trabajar en mí como si tuvieran libertad de elección o más independencia de la que les atribuyo.

Tenemos que entender que la fuerza de la ruptura actúa para nuestro propio bien. La parte llamada «el prójimo», es decir todo lo que está fuera de mí, será corregida por mí si lo trato precisamente como al prójimo. Corrijo esos deseos que me parecen exteriores al colocarme frente a ellos y desear unirme con ellos.

Mi «yo» es sólo el punto en el corazón, mientras que «el prójimo» es todo mi Kli, toda la vasija del alma. Si no estuviera dividido en esas dos partes, entonces no tendría la oportunidad de corregir los deseos «externos». Nunca sería capaz de analizarlo, verificarlo, u ordenarlo, o exigir las fuerzas para trabajar con ellos.

Sin embargo, estoy localizado fuera de ellos y corrijo mi actitud hacia ellos. Esta es la ilusión que obtengo, como si corrigiera mi actitud hacia el prójimo mediante el principio de «ama a tu prójimo como a ti mismo«. Y aun no percibo, entiendo, o siento que en esencia, esta es mi alma. Se me dio la fuerza de la ruptura, la cual presenta una imagen engañosa de los «otros» ante mis ojos. Pero así es exactamente como puedo comenzar a corregir mis Kelím, trabajando en contra de la fuerza de repulsión al impactarla, golpe tras golpe.

Así, es posible imaginarnos nuestro trabajo de esta manera: Una persona inicialmente recibe toda la creación en el volumen de su alma y entiende que todas las fuerzas de desunión son una fantasía destinada a confundirlo. En verdad, la realidad no está cortada de él en absoluto. Ahí es cuando una persona golpea y «afloja los dientes» de esta fuerza de ruptura, de esta ilusión. Debe ver esto como todo el trabajo que tiene que llevar a cabo.

Y continúa hasta que tira todos los dientes, hasta que arranca toda la maleza para que la rosa que crece entre esta, Máljut, florezca en su forma plena, real. Esta es la Shejiná, el alma común.

Es en esta Luz en la que debo ver el entorno, los amigos, y el Creador. Todo lo que me parece externo es una parte inseparable de mí. La fuerza que me separa del único pensamiento y deseo, del Único, es la fuerza de desunión que debo romper.

(35489 – De la 1º parte de la lección diaria de Cabalá del 2/16/11, Escritos de Rabash)

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