La Torá, «Éxodo» (Mishpatim), 22:24: Si le prestan dinero a una de las personas de mi pueblo, a los pobres de tu pueblo, esto no debe ser como un negocio para ella, no impongan la usura sobre ella.
La persona no tiene que sacar provecho a expensas de los demás. Todo debe ser medido y pesado con precisión de acuerdo a la cantidad que cada uno está dispuesto a darle a alguien y tomar de él, porque en última instancia, todos necesitan alcanzar de manera absoluta la conexión mutua y la integridad.
Por lo tanto, todas las leyes que hablan acerca de relaciones entre las personas, están basadas en la conexión con una única materia espiritual completa, es decir, con un conjunto armónico mutuo. Supongan que ustedes están trabajando para mí como jardineros y yo trabajo para ustedes como un carpintero, debe haber compensación igualitaria absoluta. Y se nos dijo exactamente, «Vayan y hagan una vida a partir de los demás», es decir mutua. Por lo tanto, todos nosotros fuimos creados con diferentes características.
Por lo tanto, yo no puedo aprovecharme de ustedes y ustedes no pueden aprovecharse de mí. Más bien, sólo podemos intercambiar nuestra producción. De esta se derivan el resto de las leyes principales que tendremos en el futuro, nosotros y toda la humanidad. Estas son leyes de igualdad absoluta, asignación y salarios igualitarios, un estándar de vida igualitario en el que no haya diferencias entre las personas ricas o pobres, con suerte o sin ella, y así sucesivamente.
Pregunta: Sin embargo, la frase, «Si le prestas dinero a una persona de mi pueblo», es susceptible de suscitar una actitud negativa acerca de judíos.
Respuesta: Esto está hablando de conceptos espirituales, de las leyes espirituales.
La Torá no nos habla de las relaciones entre las personas que hay en el mundo, más bien nos habla sólo acerca de la manera en que las personas anhelan la equivalencia de forma con el Creador a través de la relación entre ellas, creando una característica común general, similar a la característica de otorgamiento del Creador y descubriéndolo a Él dentro de esta característica interna. Por lo tanto, se nos dice, «mi pueblo», es decir, cada una de las personas que anhela esta meta sin ninguna conexión con su origen.
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Del Kab.TV «Los secretos del Libro Eterno» del 5/27/13
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