Nuestro asesino número uno es nuestra pereza

thumbs_laitman_281_02Baal HaSulam, Shamati, artículo 35, «Acerca de la vitalidad de la Kedushá»: Por lo tanto, cada vez que uno extrae algo que le provoca un descenso, para luego volver a comenzar y a realizar nuevos escrutinios, es una corrección. Y lo que uno tenía antes, cae dentro de la Sitra Ajra, y esta lo mantiene bajo su dominio como fianza. Después uno recibe todo aquello de lo que ella se había apoderado durante todo ese tiempo.

Así podemos ver que todo lo que sucede es en favor nuestro. Gracias a los deseos que el Creador ha roto y arrojado al mar de las fuerzas impuras (Sitra Ajra), al otro lado, al deseo egoísta de disfrutar, tenemos la oportunidad de avanzar hacia la Santidad, hacia los deseos de otorgar. Estos deseos de recibir nos obligan a atraer cada vez más Luz.

En el momento en que nosotros atraemos un poco de Luz, los deseos de la Sitra Ajra inmediatamente se la tragan. Esto sucede una y otra vez hasta que se colma la medida, y entonces el ego «vomita» todo lo que se ha tragado, y nos devuelven toda la Luz que hemos logrado atraer por un tiempo, pero que fuimos incapaces de mantener. Así, la Sitra Ajra le ayuda a la persona a acumular su esfuerzo, a recoger todas las diminutas Luces, y entonces se la devuelve a ella como una medida completa que le permite alcanzar el nivel espiritual.

Por esta razón nosotros creamos los «animales sagrados» a partir de los descensos, de los estados que por lo general no queremos y no nos gustan. Pero tenemos que entender cuán agradecidos tenemos que estar por todos los mecanismos del sistema de la Providencia superior y especialmente por el sistema de las fuerzas de impureza, que gobiernan sobre nosotros durante todo el período de preparación, hasta que entremos en la autoridad de la Santidad, del deseo de otorgar.

Mientras la fuerza de la impureza nos domine, ella cumple su función con la máxima dedicación, la cual es incluso mayor que la dedicación del sistema de Santidad. Después de todo, la Sitra Ajra debe trabajar de manera opuesta a la del Creador, de forma contraria a Él. Esta es un «ángel» especial, un sistema único, que sigue la orden del Creador, Su deseo, y realiza acciones que son opuestas a la Santidad de acuerdo con un decreto de Arriba.

Una historia similar se nos cuenta en una de las cartas Baal HaSulam: Un rey designa diferentes villanos para que gobiernen sobre un sujeto a quien él ha decidido elevar al rango de primer ministro. Con el fin de hacer esto, el rey envía a sus sirvientes, los cuales él ha vestido de criminales y asesinos, y gracias a la lucha con ellos, el esclavo fiel crece cada vez más.

Todos los «villanos» quienes han tenido que luchar contra él cumplen su trabajo con toda la maldad y la astucia creativa, sólo porque es la orden del rey y no porque sea su propia voluntad. La fuerza de impureza, nuestros sistemas internos que nos parecen tan horribles, trabajan exactamente de la misma manera.

Todos los crímenes que ocurren en el mundo, los asesinatos y descensos, parecen contradecir el deseo del Creador y nosotros tenemos que odiarlos. Sin embargo, al menos debemos entender que no hay mal, que no hay criminales en el palacio del rey y que todos estos son Sus sistemas que opera desde dos direcciones: desde el lado bueno y desde el lado malo. Sólo debemos odiar nuestra propia pereza por cuya causa no podemos cumplir con nuestro libre albedrío en cuanto a la elección de nuestro entorno, del grupo, del único lugar donde somos libres.

Nosotros no debemos quejarnos con respecto a ningún acontecimiento en nuestra vida, a excepción de uno: nuestra incapacidad para apresurarnos en el momento adecuado, para utilizar el entorno y con su ayuda avanzar y acelerar (santificar) el tiempo.

(103832 – De la preparación para la lección diaria de Cabalá del 3/29/13)

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