Un alma es lo que les di

Al salir de mis sensaciones y tratar de estar en alguien más, yo no entro en las propiedades egoístas de él o ella, sino que entro en contacto con lo que aún no son: con su alma, con su potencial espiritual. No satisfago su parte corporal, egoísta, en su lugar me formo en ellas a mí mismo, mi imagen espiritual (Partzúf).

En realidad, mi alma es todo lo que puedo llenar en otros. Un alma no reside en la persona. «Un alma» es deseo, y el deseo no es materia, no puede ser pesada en las balanzas. Es un campo, una fuerza, una fuerza de deseo que dirijo hacia los otros mientras que esta se vincula y permanece en ellos como un registro, como información que hago entrar en ellos, deseando llenarlos.

Mi deseo está disperso entre todas las almas, los deseos individuales y colectivos de las personas. Al principio, ni siquiera estoy consciente de ello, sólo más tarde, cuando asciendo hacia altos grados espirituales, comienzo a llenarlos de forma activa. Así, tal anhelo de ir hacia afuera forma un alma humana.

El cuerpo muere ya que es simplemente un organismo animado que no tiene sustancia. Lo que cuenta es cuánto de mí mismo me las arreglé para transferir a otros con mis deseos. No son acciones lo que se requiere aquí, tampoco es dinero o fuerzas, sino sólo deseos. Después de todo, el deseo es la fuerza más grande en el mundo. Es lo único que hace que una persona interactúe con otra.

Por tanto, el papel del amigo en el grupo está definido por lo que cada uno de ellos depositará en los otros. Ya sea que me guste o no, pero lo que otros plantan en mí comienza a influirme. La crisis global revela nuestra interconexión egoísta; de la misma manera, estamos entrelazados en nuestras almas.

Hablando en general, un alma es algo colectivo. Existe un alma, un humano, un Adám. Y nosotros, sus partículas, aun no comprendemos que estamos completamente ligados unos con otros. Como partes de su organismo espiritual, un sistema espiritual.

Por lo tanto, el impacto de cada uno en el otro es directo, natural, expuesto, de uno directo hacia el otro. Si entendemos esto, ganamos una remarcable oportunidad de influir selectivamente al pueblo y entre nosotros: jalar, empujar, elevar, y ayudar a todos. Y si empleáramos este principio, definitivamente daríamos un tremendo salto hacia adelante.

Si cada miembro del grupo, hombres y mujeres por igual, caen en cuenta de esto, entonces con sus anhelos internos pueden elevarnos a todos justo ahora. Esto depende solamente de nuestros deseos internos, o más bien, de nuestra intención. La intención es un deseo no llenado que aún está por volverse real. Es la fuerza más poderosa del universo.

Lo vemos en el ejemplo de nuestro mundo: Mientras más grande sea la fuerza física, menos tangible es ¿Quién puede sentir la fuerza de la interacción atómica? Y sin embargo, puede producir una explosión de un enorme poder a partir de dos kilogramos de materia. Ondas imperceptibles y emanaciones juegan un papel tremendo en nuestra vida. Y la fuerza del pensamiento, la fuerza del deseo es la más grande de todas.

Por lo tanto la clave en nuestro camino son nuestras intenciones: Cuan correctamente podemos formarlas y conectarlas unas con otras. Esto significa que cada uno de nosotros se esfuerza por vivir en los otros, por salir de sí mismo, de su cuerpo, y comenzar a sentir el alma.

Es una sensación increíble cuando una persona no está atada a su cuerpo material. Habiendo salido de este, comienza a tratarlo como un «socio animal»: un caballo, un burro, una vaca, un perro, y en adelante. Uno cuida su cuerpo pero no nos  asociamos en absoluto con la vida dentro de este «mamífero». Él o ella sienten ya que la vida sigue fuera de ellos, en el enorme campo de fuerza de la mente suprema.

(34032 – De la lección 4, Convención de Berlín del 01/29/2011)

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