El Creador quiere que los seres creados lo comprendan y lo alcancen al Él correctamente. Él eligió el lenguaje del «placer» o del «sufrimiento» a los cuales nosotros respondemos. El Creador creó el deseo de recibir para que sintamos este lenguaje.
El Creador «aguijonea» al ser creado, y éste clama: «¡Ay!» Él derrama una gota de jarabe dulce en él y el ser creado está impresionado: «¡Ah!» Y así toda nuestra vida transcurre entre el «ay» y «ah». Él nos habla a través de este lenguaje: una gota de dulzura, una gota de amargura, y las diversas combinaciones de ambos nos conducen a infinitos matices y de variados tonos.
Así, el Creador desarrolla el deseo desde un deseo primitivo hacia un deseo más sofisticado, versátil, al alimentarlo gradualmente: una cucharada de dulce y una cucharada que es un poco más amarga, para que uno pruebe todos los diferentes sabores.
Esta variedad (TANTA) nace en mi deseo de recibir, de acuerdo a la forma en que yo comience a responder y a sentir el otorgamiento del Creador. Él influye constantemente en mí, ya sea por medio del placer o de las deficiencias, por medio de la amargura o de la dulzura.
No sé por qué el Creador ha elegido este lenguaje agridulce para comunicarse con su ser creado. Sólo sé que si yo percibo toda esta amargura y dulzura, si las siento en todo mi deseo de recibir, entonces con ello aprenderé a entender al Creador. Seré capaz de entender no la amargura y la dulzura actuales, y la forma en que las siento en mi deseo, sino que lo descubriré a Él, a aquel que ha elegido este lenguaje para comunicarse conmigo.
(102304 – De la 3º parte de la lección diaria de Cabalá del 8 de Marzo del 2013, El Estudio de las Diez Sefirot)
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